El Judas de Leonardo
Leo Perutz
Ediciones Destino
Leo Perutz nos deleita con esta novela ingeniosa sobre el dinero, el amor y, la gestación de una obra de arte. Es una mezcla de historia, leyenda y ficción, con personajes reales e inventados. Entre los históricos tenemos a Leonardo da Vinci, siempre fui un gran seguidor de las doctrinas de Leonardo ... Este explicó que los hombres de su genio a veces producen más cuando trabajan menos. ¡Viva Leo!
Milán, Marzo de 1498, en un día que trajo a la llanura lombarda aguaceros interrumpidos por ráfagas de viento y nevadas tardías, el prior del convento dominico de Santa Maria delle Grazie se dirigía al castillo de Milán parar presentar sus respetos al duque Ludovico Maria Sforza a quien llamaban el Moro... Leonardo da Vinci está terminando su Última cena-bueno en realidad todavía le quedaban algunas cenas más- para Santa María delle Grazie, un fresco en el que lleva tres años trabajando. Pero topa con un último escollo: el maestro no encuentra un modelo en el que inspirarse para el rostro de Judas. Hasta que se cruza en su camino Joachim Behaim, un honesto comerciante alemán que llega a Milán para cobrar una deuda de un usurero y se enamora de una joven, que resulta se la hija del deudor. Leonardo se inspira en él para pintar al discípulo que traicionó a Jesús y al apropiarse el pintor de su rostro, la vida de Joachim cambiará para siempre.
Esta es una obra muy bien estructurada, amena y magníficamente resuelta. Además bien documentada.
Leonardo antes de pintar un personaje paseaba por las calles de la ciudad en busca de una cara que se adaptara a las características requeridas, y en este caso el comerciante Joachim Behaim fue el inspirador de Judas.
Leonardo no hizo como el Papa que cuando fue a Cuba desde el púlpito dijo aquello de, bienvenidos a la última cena, y todos los cubanos a coro gritaron la famosa frase: y a todas las cenas que nos invite su Santidad.
Leonardo como si hubiese esperado ese instante, extrajo de debajo del cinturón su cuadernito y , rememorando la actitud y la expresión del prior cuando le regañaba, escribió, empezando por la derecha y terminando por la izquierda, sobre una hoja sólo parcialmente cubierta con bocetos, la siguientes frases:
Pedro, el apóstol, que está enfurecido: déjale alzar el brazo de manera que los dedos arqueados estén a la altura del hombro. Haz sus cejas bajas y fruncidas, los dientes apretados y las dos comisuras de la boca formando un arco a los lados. Así estará bien. Le llenaré el cuello de arrugas.
Y el amor : ¡Bah el amor!-dijo con un profundo suspiro el cerero-. ¿Qué sabeis vos del amor? Un breve placer seguido de un largo y amargo llanto, eso es el amor, si no preferimos llamarlo, como los filósofos, un mero delirio que confunde los sentidos.
Pues nada más, en tiempos de crisis una novela como esta da para varias entradas. Por la red de bibliotecas de Asturias hay varias novelas de, El judas de Leonardo, la que yo leí fue la de la casa del pueblo de Oviedo, Villa Magdalena, expropiada a la familia Rato Figaredo y que nos costó un huevu y la yema del otru.
LO QUE HUBIERA ECHO lEONARDO EN ESTOS TIEMPOS DE INTERNET.......ESO SI SE HUBIERA PERDIDO ESOS PASEOS BUSCANDO MODELOS, EN CUANTO A LA FILOSOFÍA DE VIDA , SE NOTA QUE ERA ACERTADA.....
ResponderEliminar¡¡Pero fíjate a cambio lo que te ofrece ahora Villa Magdalena,Miner!! ¿Qé preciu ponemos a todo lo que puedes tú "enriquecete" con los libros que te hacen vivir lo que contienen?
ResponderEliminarPor cierto.Ver "La última cena" de Leonardo era uno de mis objetivos cuando visité Milán. Pues me dirigía, feliz como Caperucita, hacia Santa María de la Grazie, y...¡hete aquí que se encontraba en "restauro"!! como supongo que estará siempre media Italia.¡¡A seguir viéndola en los libros!!¡Que no es poco!
Hola, Mary!!
ResponderEliminarcaray! que estabes ahí y no te dije nada.
Un abrazu. Que de saludos ya cansé.
Hola, Mary!!
ResponderEliminarcaray! que estabes ahí y no te dije nada.
Un abrazu. Que de saludos ya cansé.
hola Karen, besinossss
ResponderEliminarPor cieto yo fuí a la Galería de los Ufizi en Florencia, y tuve que hacer de artista para "colarme", las colas eran inmensamente largas.
ResponderEliminarPareceme que en Italia hay mucho "grande".
Hiciste mal les cuentes. ¡Costonos dos docenes de güevos! y de los de pites conocíes.
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