sábado, 24 de mayo de 2014

UNA VIDA REGALADA

Los sonidos de las noche en mi infancia era el croar de las ranas y el ladrido de perros en la lejanía. En el portal de la casa, alumbrado por una pobre bombilla, aquellos hombres hablaban de cosechas y ganado, yo, con mis ojos infantiles miraba y escuchaba sin entender nada pero sus palabras me producían placer. El placer de estar viviendo una vida regalada. Vicente apretaba entre sus dientes una boquilla de ébano y echaba la boina hacia atrás, la cabeza blanca contrastaba con su cara morena y sonriente, mientras me acariciaba me decía: mañana hará un buen día y podrás acudir al río, hoy las vacas no se acostaron en el prado. Además hace una noche estrellada, y me señalaba la más brillante de las estrellas del cielo que no sabía cómo se llamaba. Ahora que mi vida ya no es regalada, se que aquella estrella tan brillante era Vega. Para que los jóvenes sean felices no se les puede explicar estas cosas, ya se encargará la vida de enseñarselas, ahora toca disfrutar de las estrellas. ¿A qué sí Pablo?
Pablo

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