lunes, 11 de junio de 2012

EL CASO DREYFUS (1)

El veneno es ese odio rabioso hacia los judíos que, cada mañana desde hace años se imbuye al pueblo. Aunque no encontremos ningún motivo humano que explique el crimen, aunque ese hombre sea rico, inteligente, trabajador, sin pasiones, de vida impecable, ¿no basta con que sea judío?
Émile  Zola
En 1894, los servicios de contraespionaje del Ministerio de Guerra frances interceptan un documento dirigido al agregado militar alemán en París, Schwartzkoppen, en el que se menciona en nota manuscrita el anuncio del envío de información sobre las características del nuevo material de artillería francés. Basándose en el escrito, los expertos comparan letras de oficiales del Estado Mayor y concluyen que el capitán Alfred Dreyfus, de treinta y cinco años, judío y alsaciano, es su autor. El 15 de octubre de ese año Dreyfus es arrestado, juzgado por un consejo de guerra y declarado culpable de alta traición.
Pese a las declaraciones de inocencia del acusado, se condena a Dreyfus a la degradación militar y a cumplir cadena perpetua en la isla del Diablo, en la Guayana francesa. Durante el juicio, el general Mercier, ministro de la Guerra, comunica que existen pruebas abrumadoras, que no puede mostrar porque pondría en peligro la seguridad nacional. Hasta ese momento, exceptuando la familia, nadie duda de la existencia de dichas pruebas.

En marzo de 1896, el nuevo responsable de los servicios de contraespionaje, el coronel Picquart, descubre un telegrama dirigido por el agregado militar alemán Schwartzkoppen a un oficial francés de origen húngaro, el comandante Sterhazy; el telegrama no deja dudas de que este último es el informador. Picquart lo comunica  a sus superiores y estos le envían a la frontera del este y después a Túnez. Los tribunales militares, dominados por camarillas de extrema derecha y antisemitas, se niegan a revisar el caso y tratan de sofocar el escándalo, pero lo que logran  es alertar a personalidades de la izquierda.
Émile Zola entra en liza y consciente del riesgo que corre, plantea la cuestión ante la opinión pública en su célebre carta al presidente de la República, titulada "Yo acuso". Hasta el 12 de Julio de 1906, Dreyfus no obtendrá la rehabilitación en el ejército. Quedaron dudas sobre su inocencia hasta la publicación de los escritos  de Schwartzkoppen en 1930: Dreyfus inocente, Esterhazy culpable.
Dreyfus saliendo de la primera sesión del consejo de Guerra

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