lunes, 5 de julio de 2010

EL PRIMER TRAVESTI DE LA HISTORIA



EL PRIMER TRAVESTI DE LA HISTORIA

El primer travesti de la historia fue la reina Hatshepsut. Hace tres mil años la reina se quedó viuda del Faraón y claro con ese nombre ,y, además con un marido momia, sólo se podía ser Faraona. Pero éso en Egipto era inaceptable. Así que se vio obligada a cambiar su sexo en las apariciones públicas en las que se presentaba, llevando pegada una barba y una minifalda de hombre.


ENREDOS FAMILIARES

Cleopatra es un nombre griego hereditario de la dinastía greco-macedonia de los ptolemaicos, la cual reinó en Egipto tras la desintegración del Imperio de Alejandro Magno (gran coñac).
Y ahora viene el lío, hubo siete Cleopatras, la más conocida fue la VII . Los ptolemaicos adoptaron la tradición de los faraones, quienes imitando a los divinos hermanos Isis y y Osiris, se casaban entre si. Con este tipo de matrimonios los padres eran a la vez tíos de sus hijos y estos, además de ser hijos, eran sobrinos de sus padres y primos entre si. Y los abuelos en vez de cuatro eran dos, con el consiguiente ahorro en pensiones de jubilación. ¡Ay como se entere ZP!
Pero Cleopatra II que salió un poco pendona, primero se casó con su hermano mayor, como Dios manda, bueno, como Osiris manda. Pero cuando el hermano mayor murió, la Cleo II se casó con el pequeño. Éste, que era otro golfo, le pareció poco la Cleo II , que por cierto era hermana y cuñada, y se casó con la hija del primer matrimonio de ella, vamos con su propia sobrina y además hijastra, también cuñada de su propia madre (como esposa de su hermano)... El cuento sigue pero ya no puedo más. En la vida de Cleopatra VII, apareció Julio Cesar (no confundir con el portero de Brasil) y luego Marco Aurelio, con lo que todos fueron felices, y salieron en La Noria de Tele5.



sábado, 3 de julio de 2010

LA BALANZA DE OUDEWATER



El sobrepeso no siempre fue malo para la salud. En la época de la caza de brujas, viajar en escoba requería estar delgada. Así que, mejor gorda y con aspiradora.

EL PESO DE LA JUSTICIA

En el pueblo holandés de Oudewater, había una báscula con la que se pesaba el queso y la harina en los días de mercado y, si era menester, también se pesaba a la gente. Regía en aquellos tiempos la creencia de que las brujas pesaban menos  de lo que indicaba su altura y su corpulencia, y por ello, esta práctica se llevaba a cabo en muchas localidades, siempre con consecuencias fatales para las sospechosas. La báscula de Oudewater se ganó una gran fama como un oráculo infalible y definitivo. Centenares de fugitivos venidos desde países limítrofes e indigentes asustados y acosados le fueron ofrecidos. A la hora de pesar se seguía un ceremonial reglamentario en presencia del jurado y el pueblo. A continuación, ya en el ayuntamiento, después de haber escuchado el informe del jurado, elaboraba un certificado, este se rubricaba con sus firmas y se entregaba sellado al individuo que había sido pesado. ¡ y jamás de los jamases el informe incluyó un veredicto de muerte! La presunta bruja podía entonces volver a su vida y a su tierra natal sin miedo, con veredicto que decía por escrito que su peso era el apropiado. La báscula de Oudewater aún se conserva como si fuera un monumento. Que el destino la conserve  a  través de los siglos junto con el recuerdo de aquellas gentes que, alrededor de ella, celebraban aquella saludable comedia, sin pestañear, sin dejar entrever que el resultado de la báscula ya había sido determinado de antemano. No sólo eran  buenas personas, sino también astutas. La bondad sin astucia no sirve de nada.

Lecturas no obligatorias
Wislaba Szymborsa
Brujas: historia de los juicios contra la brujería, Kurt Baschwitz 






jueves, 1 de julio de 2010

RAZÓN CONTRA LOCURA



Al gusano
que primero royó
las frutas de mi cadáver
dedico
con sentido recuerdo
estas
memorias póstumas


MEMORIAS PÓSTUMAS DE BLAS CUBAS relata las vicisitudes de un hombre empeñado en la estéril búsqueda de la eternidad. Su infructuoso intento lo conduce a la irremediable muerte, desde donde narra su agitada vida interior, la relación con sus semejantes y el paulatino descubrimiento de la vacuidad existencial que envuelve a los hombres.


RAZÓN CONTRA LOCURA

Ya habrá comprendido el lector que era la Razón que volvía a casa e invitaba a la Locura a salir, clamando, y con derecho, las palabras de Tartufo:

La maison est à moi, c`est à vous d`en sortier.

Pero es sino de la Locura crear amor por las casas ajenas, de manera que, apenas dueña de una, difícilmente se la podrá desalojar. Es su sino; no se sale de ahí; hace mucho que se le ha encallecido la vergüenza. Ahora, si advertimos el inmenso número de casas que ocupa, unas de golpe, otras durante las estaciones más sosegadas, concluiremos que esta amable peregrina es el terror de los propietarios. En nuestro caso, hubo casi un disturbio en las puertas de mi cerebro, porque la advenediza no quería entregar la casa, y la dueña no cedía en su intención de tomar lo que era suyo. Por último, ya se contentaba la locura con un rinconcillo en la azotea.
-No señora-replicó la Razón-: estoy cansada de cederte áticos; cansada y escarmentada: lo que quieres es pasar a la chita callando de la azotea al comedor, de ahí a la sala y a toda la casa.
-Está bien, deja que me quede algún tiempo más, que ando en la pista de un misterio...
-¿Qué misterio?
-De dos-enmendó la Locura-; el de la vida y el de la muerte; sólo te pido unos diez minutos.
-Siempre lo mismo..., siempre lo mismo...
Y diciendo esto, la agarró por los puños y la arrastro hacia afuera; después entró y se encerró. La locura todavía gimió algunas súplicas, gruñó algunos rezongos; pero pronto se desengaño, sacó la lengua en señal de mofa, y siguió su camino...

Memorias póstumas de Blas de Cubas
Machado de Assis

martes, 29 de junio de 2010

INDIOS MOHAWKS

"Lunchtime atop a skyscraper" ("Almuerzo en la cima del rascacielos"), una de las fotografías más emblemáticas del antiguo Nueva York. Fue tomada por Charles Ebbets el 29 de septiembre de 1932 durante la construcción del edificio de la RCA, sede de la famosa radio y actualmente perteneciente a General Electrics, en el Rockefeller Center de Nueva York. Es una de las fotografías más importantes de la historia, hasta el punto de convertirse en una leyenda a la que se le han otorgado varios tributos.

La imagen muestra a 11 obreros (al parecer eran indios Mohawk, canadienses e irlandeses) almorzando sobre una viga en el piso 69 de los 71 que tiene el edificio, a unos 244 mts. del suelo, haciendo un descanso para comer sentados, con la ciudad y el vacío a sus pies.




INDIOS SIN VÉRTIGO.
Muchos de los soldadores y albañiles que construyeron los armazones de acero de los rascacielos de Nueva York son indios mohawks. Uno de los primeros que escribió sobre esta tribu y su falta de vértigo fue Joseph Mictchel, en un articulo publicado en 1949 y titulado "Mohawks in Hig Steel", en el que describía sus salientes pómulos, prominentes narices, ojos marrón oscuro, tristes y perspicaces, piel suave y cobriza, y altiva forma de caminar, semejante a la de los gitanos. La relación entre la tribu y las grandes estructuras de acero se inició en 1886 con la construcción de un puente de hierro sobre el río San Lorenzo, cerca de la reserva Caughanwaga. A cambio del permiso de utilizar sus tierras para erigir el puente, la Dominion Bridg Companey se comprometió a emplear a miembros de la tribu siempre que fuera posible (...) Un oficial de la Dominion le confesó a Mitchell en una carta que a medida que la construcción fue progresando se hizo evidente que los mohawks no tenían ningún miedo de las alturas, y cuando nadie estaba al tanto solían encaramarse a las vigas más altas y caminar con tanta seguridad sobre ellas como si lo hicieran por la orilla del río. Ágiles como cabras, continuamente reclamaban a los capataces que les permitieran ocuparse de ensamblar las vigas, la operación más arriesgada y mejor pagada.(...) Su fama se extendió con rapidez y empezaron a ser contratados en la construcción de rascacielos, primero en Canadá, después en Estados Unidos.

ALFONSO ARMADA

lunes, 28 de junio de 2010

LOS CASTRADOS

Farinelli

Lo de los castrados es un lío de faldas; pero de faldas Papales .Y sino, veamos lo que nos cuenta Wislawa Szymborska en su Libro, Lecturas no obligatorias. Wislawa, durante unos años, colaboró con diferentes semanarios y revistas comentando obras que normalmente no acaparan la atención de los críticos y, se sirvió de ellas para hacer pequeñas narraciones sobre diferentes temas. Estos temas son la excusa para que la autora pueda dar su punto de vista. En este caso la pieza se titula Divas y la obra que utiliza es Ruiseñores de terciopelo y seda: La vida de las grandes prima donnas, Walter Hass.

En el siglo XVI aún se pensaba que el que una mujer interpretase un papel femenino en un teatro respetable era algo escandaloso. Por el contrario, los hombres disfrazados de mujeres era algo normal. La ópera, que era por entonces una nueva forma musical originaria de ese siglo, respetaba igualmente esa dudosa idea sobre la decencia. Pero en el año 1600, a propósito del solemne estreno de Eurídice en Florencia una mujer interpretó el papel principal. Este escándalo solamente podía suceder lejos de la Roma papal, donde aún pasaría mucho tiempo antes de poder ver en escena a una mujer. Con el trascurso de los años, aquella prohibición romana se tornó cada vez más problemática, dado que el número de óperas aumentaba y la demanda de chicos que cantasen bien no dejaba de crecer, mientras la oferta no era muy grande y sobre ella siempre pendía la inevitable amenaza del cambio en la voz. Así que se empezó a castrar a los muchachos. ¿Qué no se haría con tal de mantener las buenas costumbres...? A partir de entonces, el papel de las gráciles ninfas, diosas y pastorcillas, lo desempeñaban inválidos obesos, más espigados que el resto, pero que poseían unas voces sobrenaturalmente bellas. Comenzaron a ser solicitados por todas las salas de opera europeas, incluso por aquellas en las que las mujeres ya habían sido más o menos aceptadas. Los castrados se convirtieron en una amenazadora competencia para el sexo débil, y como consecuencia de ello, las cantantes se veían obligadas con frecuencia a conformarse con el papel del sentimental galán. Esta situación acabó deviniendo en una feria. En Londres, aparecieron en una representación tantas cantantes con pantalones como castrados con crinolinas...

Y la historia continua, pero ahora son las mujeres las que llevando los pantalones. Hay casi cien relatos breves como este. La editorial es Alfabia

♫♫ Madame Butterfly ♫♫

sábado, 26 de junio de 2010

CHRISTINA ROSSETTI


CANCIÓN

Cuando muera, amor mio,
no cantes triste por mí;
no plantes rosas en torno mío
ni cipreses cerca de mí:
sé la verde hierba que me cubra,
de lluvia y rocío mojada;
y si me quieres recordar, recuerda,
y si no, que sea olvidada.

Las sombras ya no he de ver,
la lluvia no he de sentir;
ni al ruiseñor he de oír
cantar, como con padecer:
y soñando en un tiempo crepuscular
que no tiene alba ni ocaso,
recordaré, acaso,
y si no, preferiré olvidar.

Christina Rossetti


"¿QUIÉN HA VISTO EL VIENTO?"

¿Quién ha visto el viento?
Ni tú ni yo:
pero cuando tiemblan las hojas
es que pasa el viento.

¿Quién ha visto el viento?
Ni tú ni yo:
pero cuando los arboles se inclinan
es que pasa el viento.

Christina Rossetti


CUESTA ARRIBA

¿Va cuesta arriba todo este camino?
Hasta el mismo final.
¿Llevará la jornada el día entero?
Desde el alba a la noche, amiga mía.
¿Y ofrecerá en la noche un lugar de descanso?
Encontrarás un techo para las lentas, las oscuras horas.
¿Y si no puedo verlo entre tantas tiniebla?
Ésa es posada que ninguno pierde.
¿Hallaré otros viajeros cuando llegue la noche?
Aquellos que te fueron por delante.
¿Golpearé la aldaba, daré voces al verla?
No se trata de puerta que haga esperar a nadie.
Dolorida y cansada, ¿encontraré cobijo?
Allí estará el final de todos tus trabajos.
Todos los que buscamos, ¿tendremos allí lecho?
Sí; todos los que lleguen encontrarán su cama.

Christina Rossetti.

Más quiero que me olvides y sonrías
que no que me recuerdes y estés triste.
Christina Rossetti

♫♫♫ BAILERO ♫♫♫

martes, 22 de junio de 2010

EL AMOR HACE PASAR EL TIEMPO



Cuenta Alberto Manguel en su "Diario de lecturas" lo siguiente:

El papel pintado de mi habitación en el Hôtel des Grands Hommes de París (donde me alojé al volver de Turín) tenía un dibujo del siglo XVIII con tres lemas distintos. Primero, inscrito debajo de una mujer sentada entre ruinas, que contempla a un perro de aire solemne: "La Amistad no teme al Tiempo". Luego, mientras Cupido rema al Padre Tiempo al otro lado del río: "El Amor hace pasar el tiempo". Finalmente, mientras el Padre Tiempo rema para llevar a Cupido (dormido) al otro lado del mismo río: "El tiempo hace pasar el amor".

Esta historia no se si será verdad o imaginación del escritor, pero es bien bonita.Quizá Alberto Manguele tuviera conocimiento del proverbio italiano que dice: "El amor hace pasar el tiempo; el tiempo hace pasar el amor".

En Don Quijote de la Mancha, Cardenio en su desesperación por no poder conseguir los amores de Luscinda recita los siguientes versos, que son escuchados por Sancho Panza y el cura:

¿Quién menoscaba mis bienes?
Desdenes.
Y ¿Quién aumenta mis duelos?
Los celos.
Y ¿Quién prueba mi paciencia?
Ausencia.
De ese modo, en mi dolencia
ningún remedio se alcanza
pues me mata la esperanza
desdenes celos y ausencia.

¿Quién me causa este dolor?
Amor.
Y¿Quién mi gloria repuna?
Fortuna.
Y ¿Quién consiente en mi duelo?
El cielo.
De ese modo, yo recelo
morir de este amor extraño,
pues se aúnan, en mi daño,
amor, fortuna y el cielo.

¿Quién mejorará mi suerte?
La muerte.
Y el bien de amor,¿quién le alcanza?
Mudanza.
Y sus males, ¿quién los curara?
Locura.
De ese modo, no es cordura
querer curar la pasión
cuando los remedios son
muerte, mudanza y locura.

Cardenio no sabia que el tiempo todo lo cura: el tiempo hace pasar el amor.

... Yo no quiero salud sin Luscinda; y
ella gustó de ser ajena, siendo,
o debiendo ser, mía, guste yo de ser
de la desventura, pudiendo haber sido
de la buena dicha.

lunes, 21 de junio de 2010

LA AMÉRICA DE UNA PLANTA


"La revolución es una forma de gobierno que sólo es posible en el extranjero"


Los corresponsales de Pravda, Ilf &Petrov nos cuentan el viaje que hicieron en el año 1935 por Estados Unidos . Salieron de Moscú el 19 de Septiembre de 1935 y llegaron a Nueva York el día 7 de Octubre. Los escritores permanecieron en Estados Unidos tres meses y medio. A bordo de un pequeño Ford cruzaron dos veces el país acompañados del matrimonio Adams. "La America de una Planta" no es solo un entretenido libro de viajes, es también una crónica de la Gran Depresión, de la diversidad Americana; que va desde los rascacielos de Nueva York, a las cadenas de montajes de automóviles Ford; de las grandes construcciones como los puentes de San Francisco, a los parques nacionales, como el Gran Cañón del Colorado. Desde los indios navajos a
Henry Ford:

A lo largo de la conversación Ford no paraba de mover las piernas. Tan pronto las apoyaba en el escritorio, como las cruzaba (...) tenía ojos de mujik penetrantes y con muy poca distancia entre uno y otro. Ford odia Wall Street; sólo saben hacer una cosa: trucos de premeditación y malabarismos con el dinero. La compañía Ford es la única del país que no depende de los bancos.



En Nueva York

Las camas no estaban hechas, así que nos pusimos a buscar el timbre para llamar a la camarera. Vino una negra de aspecto bastante inseguro. Cuando le pedimos que nos hiciera las camas, su desconcierto aumentó todavía más. En cualquier caso, hizo lo que le pedimos, pero con la expresión de alguien que está cometiendo un flagrante delito. Luego nos enteramos de que en los hoteles los propios clientes se encargan de hacerse la cama y de que nuestra llamada nocturna constituía un acontecimiento sin precedentes en la historia del establecimiento.
Sobre la cómoda descansaba un grueso libro encuadernado en negro, con el sello dorado del hotel. Era una Biblia. En la primera página había un sumario redactado especialmente por la solícita administración del hotel.
La última página era la más desgastada : "Para triunfar en los negocios, página tal , texto tal"

Los Ángeles:
Nada más salir de la ciudad, nos vimos rodeados de plantaciones de naranjos. Los brillantes frutos asomaban aquí y allá entre el follaje, tan espeso como una piel de oso. Diez mil árboles se disponían en hileras regulares. Ente un árbol y otro el suelo mostraba una limpieza ejemplar, y bajo cada copa se veía una estufa de queroseno: diez mil naranjos, diez mil estufas. Las estufas causaban mayor impresión que las propias plantaciones. Otro ejemplo más de la impecable y grandiosa organización americana.

La religión:
En serio, sirs, las religiones europeas no convienen a los americanos. Han sido construidas sobre una base poco práctica. Además son demasiado complicadas. El americano medio necesita algo sencillo. Quiere que le digan en qué Dios creer. Es incapaz de apañárselas solo. Por lo demás, no tiene tiempo para perderlo en disquisiciones, pues es un hombre muy ocupado. Se lo repito, sirs, necesita una religión sencilla. Hay que decirle qué beneficios le reporta esa religión, cuánto va a costarle y por qué es mejor que las otras. Y todo tiene que estar claro, por supuesto. El americano no soporta las vaguedades.

La silla eléctrica:
Ernest Hemingway llegó a Nueva York para pasar una semana. Llevaba un pantalón de franela, un chaleco de lana demasiado estrecho para su poderoso pecho y, en los pies desnudos, unos zuecos de andar por casa.
Alguien se refirió a la prisión de Sing Sing y de pronto Hemingway exclamó:
-¿saben ustedes? Mi suegro, que esta precisamente aquí, conoce al director de Sin Sing. Tal vez pueda organizar una visita a la cárcel.
Era una silla amarilla de madera, con alto respaldo y brazos. A primera vista tenía un aspecto bastante inofensivo, de no ser por los brazaletes de cuero para atar los brazos y las piernas del condenado, habría podido pertenecer al mobiliario de una honorable familia.
A unos metros de la silla había cuatro sólidos bancos de estación, destinado a los testigos. También había una mesita y un labavo incrustado en la pared. Ése era el marco en que se pasaba a mejor vida.
La persona que acciona la palanca- nos dijo nuestro guía, cobra ciento cincuenta dólares. Es un puesto muy solicitado. Entre las diez personas mejor pagadas de América en el año 1935 la numero uno era Mae West 450.000 dolares. Y por supuesto, sobre las tres personas que conectan la corriente al mismo tiempo, sin saber que están ocasionando la muerte del acusado, son pura invención.

Luisiana:
Aquí, en el sur, vimos lo que no habíamos visto en ningún lugar de Estados Unidos: peatones que se desplazan a pie a lo largo de la carretera. Entre ellos no había ni un solo blanco.

sábado, 19 de junio de 2010

COMO DIJO EL GRAN....

CAGÓN...

En este lugar sagrado
donde acude tanta gente
hace fuerza el más cobarde
y se caga el más valiente.









...TRIUNFADOR EN EL JAPÓN

Muchos se preguntaron por qué, cuando Tokio fue reconstruida después del gran terremoto de 1923, no fue provista de un sistema sanitario moderno. La razón es que los arrozales se fertilizan exclusivamente mediante excrementos humanos, para los que, aparentemente, no hay un sustituto químico satisfactorio. Como un escritor francesa ha dicho con toda razón: La base de la l´economie japonaise, c´est la merde.

John Morris, Traveller from Tokyo

...Y QUE LLEGÓ A EMPERADOR, CON EL NOMBRE DE:

¡CAGO EN MI MAD...RAFA, NO ME JODAS, PENALTY Y EXPULSIÓN, ¿DE QUIÉN?!


jueves, 17 de junio de 2010

NADA QUE TEMER


"A la espera de que Dios se manifieste, creo que su primer ministro el azar gobierna igual de bien este triste mundo"
Stendhal

No creo en Dios, pero lo echo de menos, así comienza el último libro de Julian Barnes. En él, Dios, la muerte y la religión son tratados de una manera irónica por el autor. "la religión consiste precisamente en creer lo que según todas las normas conocidas, no pudo haber ocurrido". El libro también es una especie de biografía familiar, "Si volviera a vivir mi vida, remaría en mi propia canoa" confesión de la madre de Julian Barnes después de haber participado en el descenso del rió de la vida y, haber remando en una piragua K2 (vaya bien que me quedó esto).
Así que no me extraña que el autor quiera más a ciertos escritores como Goethe, Montaigne, Stendhal, Somereste Maughan, Jules Renard que a su familia "milagro". No dudéis en perder el tiempo misericordioso leyendo la novela de Julian Barnes pues según Herbert: el tiempo es la forma de misericordia que tiene la eternidad con nosotros. Si se piensa que todo este tinglado continua sin parar ¿quién no pediría que cesara?

Dios podría estar muerto pero la muerte está bien viva.

(...)A la muerte no se la puede convencer ni se le puede sacar partido alguno; simplemente se niega a sentarse en la mesa de negociación. Dios te puede fallar pero la muerte por el contrario nunca te falla, monta guardia siete días a la semana y trabaja de buen grado tres turnos consecutivos de ocho horas. Compraríamos acciones de la muerte, si existieran; apostaríamos por ella, por muy inciertas que que fueran las posibilidades.

"Voy al encuentro de un gran Quizá"
Francois Rabelais

(...)La muerte es lo que llevamos dentro a todas horas, en algún pedazo de material genético potencialmente demente, en algún órgano deficiente, en la maquinaria sellada por el tiempo de que estamos hechos. Hacia el final - si vivimos lo bastante - hay a menudo una competición entre nuestras partes en deterioro y declive para ver cuál se llevará la palma en nuestro certificado de defunción.

Como ve la vida Julian Barnes:

(...) Un lapso de conciencia durante el cual ocurren determinadas cosas, algunas previsibles, otras no; donde se repiten determinadas pautas, donde interactúan las operaciones del azar y las de lo que, por el momento, podemos llamar libre albedrío, donde los niños crecen, para enterrar a sus padres y serán a su vez padres; donde, si tenemos suerte, encontraremos a alguien a quién amar, y con ello un modo de vivir; donde hacemos nuestro trabajo, obtenemos nuestro placer, adoramos a nuestro Dios (o no) y vemos avanzar la historia un diminuto piñón o dos.

Julian Barner hace una especie de necrológica de él mismo y entre otras cosas dice: (...) Era feliz en compañía de si mismo siempre que supiera cuando terminaría esa soledad. Amaba a su mujer y temía a la muerte.
Siete meses después de la publicación de Nada que temer en Gran Bretaña, en marzo de 2008, moría la mujer de Julian Barnes, Pat Kavanagh. Kavanagh había sido una conocida agente literaria, representante durante 23 años del también escritor inglés Martin Amis hasta que la cambió por Andrew Wylie, “el chacal”. Aquello termino con la amistad entre Amis y Barnes.

FIN

Si, creo que me gusta más así. ¿A ti no, lector?