sábado, 26 de septiembre de 2015
jueves, 24 de septiembre de 2015
EL MENSAJERO
Avísenle al difunto que murió
porque parece que no se ha enterado
Camina cabizbajo por las calles
sin entender lo que le sucedió
Su pulso se ha apagado poco a poco
su aliento ya no empaña los espejos
y se ha parado el tiempo en su reloj
Sin embargo es insólito que aún
conserve síntomas de su aflicción:
dificultades para respirar
la pérdida total del apetito
y en el costado un íntimo dolor
Cuéntenle de mi parte aunque ya es tarde
que un solo corazón no es suficiente:
para vivir se necesitan dos
Si pregunta quién es el mensajero
y por qué tiene que escuchar su voz
díganle que es un prójimo aquejado
del mismo mal de amor que no se cura
sino con la presencia y la figura.
Óscar Hahn
Los espejos comunicantes
Visor Poesía
porque parece que no se ha enterado
Camina cabizbajo por las calles
sin entender lo que le sucedió
Su pulso se ha apagado poco a poco
su aliento ya no empaña los espejos
y se ha parado el tiempo en su reloj
Sin embargo es insólito que aún
conserve síntomas de su aflicción:
dificultades para respirar
la pérdida total del apetito
y en el costado un íntimo dolor
Cuéntenle de mi parte aunque ya es tarde
que un solo corazón no es suficiente:
para vivir se necesitan dos
Si pregunta quién es el mensajero
y por qué tiene que escuchar su voz
díganle que es un prójimo aquejado
del mismo mal de amor que no se cura
sino con la presencia y la figura.
Óscar Hahn
Los espejos comunicantes
Visor Poesía
jueves, 17 de septiembre de 2015
EL BAR DE LAS GRANDES ESPERANZAS
"Un libro maravilloso.
Ojalá el whisky diera tanto placer como leer estas paginas."
James Salter
En el Dickens la gente entraba por la puerta con el paso cansado, como si cargara con un peso invisible, pero cuando salian lo hacían flotando. Uno sale de este libro como los clientes del Dickens, flotando. Dice el protagonista que a la tristeza le gusta la compañía y que por eso la gente acude a los bares. Si a la tristeza la llamaramos depresión, en lugar de a los bares acudirían a las farmacias. Un bar es lo más parecido a una iglesia, te puedes confesar, se sirve vino y si te portas mal recibes unas hostias.
JR creció con su madre ya que su padre era un pinchadiscos de Nueva York que los abandonó al nacer él. Al padre no le vio ni el pelo, pero si oyó su voz. Mi padre era un hombre de muchos talentos, pero en lo que era un verdadero genio era en su capacidad para desaparecer. Un día la madre le sorprendió moviendo lentamente la rueda del dial. "¿Qué estás haciendo?" "buscando a mi padre". Esta novela es tan luminosa como la sonrisa de Steve, el dueño del garito, donde los camareros eran sus apóstoles. Steve en agradecimiento a sus clientes le puso Dipsomanía a su yate. JR Moehringer llegó gracias a becas y ayudas a graduarse en Yale, pero las practicas las siguió realizando en El Dickens donde su tío Charlie dictaba sentencias con dos golpes de botella encima de la barra.
En mi adolescencia yo también tuve mi Dickens, rodeado de bebedores y fumadores aprendí el arte de vivir. Allí se jugaba al mus y se comentaban las noticias al oeste del río Piles. Cuando jugaba el Sporting el bar bullía antes y después de los partidos. La gente desaparecía y a mi me parecía natural. Eran mayores, tenían cuarenta o cincuenta años. Se los llevaba el alcohol y el tabaco.
domingo, 13 de septiembre de 2015
jueves, 10 de septiembre de 2015
SOLITUDE
In my solitude you haunt me
with reveries of days gone by.
Música de Duke Ellington
Mi soledad no está sola:
está conmigo
Me acompaña dondequiera
que voy: duerme en mi cama
como de mi mano:respira
el aire que respiro
Me habla con mi voz
camina como yo camino
siente lo que yo siento
Sólo una vez mi soledad
se alejó de mi lado
me abandonó: partió
Fue esa tarde que conocí
a la mujer de mi vida
Mese y mese sin mi soledad
noche tras noche con mi gran amor
ocupando el espacio
de mi desamparo
Hasta que un día todo terminó
como siempre terminan
los amores eternos:
en un abrir y cerrar de ojos
Y ahora
he regresado a mi casa
Mi soledad me recibe
con los brazos abiertos
no me dice nada
no me reprocha nada
me abraza me consuela
Llora conmigo.
Oscar Hahn
Los espejos comunicantes
Colección Visor de Poesía
viernes, 4 de septiembre de 2015
LA DIVINA PROPORCIÓN
"Los números, decía mi tía, son la manera en que Dios piensa"
La tía Len siempre me enseñaba todo tipo de diversiones matemáticas y botánicas que me llenaban de alegría. Me mostró los dibujos en espiral que había en la superficie de los girasoles del jardín, y sugirió que contara los flósculos que contenían. Al hacerlo, me señaló que se disponían según una serie -1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, etcétera- y que cada número era la suma de los dos que lo precedían. Y si se dividía cada número por el número que lo seguía (1/2, 2/3, 3/5, 5/8, etcétera), uno se acercaba al número 0,618. Esta serie, dijo, se denomina la serie de Fibonacci, por un matemático italiano que vivió siglos atrás. La razón de 0,618, añadió, se conocía como la divina proporción o la sección áura, una proporción geométrica ideal utilizada a menudo por arquitectos y artistas.Me llevaba a dar largos paseos por el bosque, durante los cuales me enseñaba botánica, diciéndome que me fijara en las piñas caidas, pues sus espirales también se basaba en la sección áurea.El tío TungstenoOliver SacksAnagrama
jueves, 3 de septiembre de 2015
domingo, 30 de agosto de 2015
EL CARACOL
El caracol va con apuro
aunque la gente no lo crea
y piense que sólo pasea
en busca de sol por el muro.
Al contrario, quien en los oscuro
sus calcáreas burbujas vea,
sepa: ni duerme ni procrea.
Deseoso de mejor futuro,
ha resuelto cambiar de casa.
Y no codicia un rascacielos
con harto hierro y argamasa,
y sí donde el hornero anida.
Pronto lo verán por el hielo
buscando un iglú a su medida.
Ida Vitale
Reducción del infinito
Tusquets editores
aunque la gente no lo crea
y piense que sólo pasea
en busca de sol por el muro.
Al contrario, quien en los oscuro
sus calcáreas burbujas vea,
sepa: ni duerme ni procrea.
Deseoso de mejor futuro,
ha resuelto cambiar de casa.
Y no codicia un rascacielos
con harto hierro y argamasa,
y sí donde el hornero anida.
Pronto lo verán por el hielo
buscando un iglú a su medida.
Ida Vitale
Reducción del infinito
Tusquets editores
viernes, 21 de agosto de 2015
LA ÚLTIMA NOCHE EN TREMORE BEACH
Esta novela la leí, aunque él no lo sepa, por recomendación del que fuera Secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky. Estando el otro día en la Beach de Toranda llegó una expedición de hombres y mujeres. Ellos con la ley de igualdad en la mano y ellas con sillas, sombrillas y toallas. Una vez que las mujeres desplegaron el instrumental, Lissa y llanamente se echó sobre una de las toallas mientras, su amigo Rubalcaba, se sentaba en la silla. Aproveché que Lissavetzky y Alfredo Pérez se fueron a dar un chapuzón para fijarme en el Libro que estaba leyendo Jaime y que había dejado como una lagrima en la arena. El mal camino de Mikel Santiago. Me dio ganas de decirles a la mujeres que el próximo día fueran por el buen camino de la playa de Torimbia, que es nudista, y no hace falta llevar ni bañador. Hay un problema, dijo mi santa, dónde lleva la pistola el guardaespaldas. "Qué lleve la tranca en la mano, como todos". Mi mujer es del plan antiguo y la sombrilla, silla y paypay las llevó yo. Ella lleva La Razón de Francisco Marhuenda.
¡Y de la novela qué! Para conocer al autor empecé leyendo su primera novela. La última noche de Tremore Beach, un thiller trepidante, donde se mezclan fantasía y realidad. Es una novela muy recomendable para el verano. Me gustó.
Playa de Torimbia |
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