Tengo una familia de lo más confiada, me dejaron al cuidado de la fauna domestica. No les quedó más remedio, ¡era un caso de emergencia nacional!.
Y digo esto porque una mañana primaveral de hace unos años me dejaron de vigilante, y no de la playa, sino de Tuxa (R.I.P.). Y me advirtieron, ten cuidado que tiene las feromonas revolucionadas (tengo una familia muy fina), pues bien, entre que yo no tuve celo, y ella que lo tenía en exceso, la consecuencia, el perro negro de la foto, el que casi queda (R.I.P.) soy yo.
Aquella mañana invitaba a la reflexión en el portalín, sol, periódicos, libros…, y de repente unos ladridos ¿Sí…cómo, dónde a que dedica el tiempo libre? ¡La Tuxa se quedó prendada!, mejor diremos que prendida, de uno de sus muchos acosadores.
Pero lo peor fueron los gritos de los animales, vamos a llamarlos racionales:
-¡¡¡Pero bueno, como ye lo tuyo, no se puede confiar en ti eres… !!!
-Bueno, bueno, calma, todo tiene una explicación. Si hay algo que se me da bien es contar “Milongas”
-Vamos a ver, yo dejé a la Tuxa con ese perro porque es de un maestro -algo había oído yo- y resulta que me la armó, ya no puede uno confiar ni en perros con carrera.
¡Y tanto que me la armó! por triplicado, Rex el perro policía, así aumentó la delincuencia.
Esta vez y debido a una emergencia me dejaron al “cuidado” de: dos gatas, (Ruby y Montonin) para estas ni miré, se arreglan bien ellas solas. Además yo en la clasificación humana soy perro faldero.
También quedé al cuidado de Sirka y Rex, pues bien, allá me acople en el sofá ¡cama!, rodeado de la fauna. Sin otro incidente que al mínimo ruido, La Sirka que abre la puerta- si, si, abre la puerta, y no es automática- sale disparada, seguida de mi hijo putativo, que también me salió algo “falderucu” el jodido, falsa alarma, ahí vuelven los dos con el rabo entre las patas.
Al final yo creo que cumplí con mi deber, bueno mejor esperamos unos meses no vaya a ser que esto tenga alguna consecuencia futura. Se me olvidaba, también me quedé al cuidado de una potra, “Davila”, pero esta por suerte para ella se sabe cuidar sola.
Y al final este cuento, acaba como todos “Fueron felices y comieron...Marisco”
P.D. Mi familia y otros animales es un libro de Gerald Durrell, que leí hace unos años y que me gustó. Está ambientado en la isla griega de Corfú y una de las cosa que me llamó la atención fue unas luminosidades que el protagonista veía sobre las aguas de la mar. Ahora, después de haber leído a Sebal y los anillos de Saturno, eran bancos de arenques muertos.