martes, 25 de abril de 2017

EL CHOCHÍN

Algunas veces la vida, sin querer, te regala historias divinas. En la tarde de ayer paseando por el Fontán de Oviedo quedé sorprendido por un bocado de realidad en forma de guía turístico. Delante de una tienda de repostería que hay en el mercado el guía les estaba explicando a los visitantes, en su mayor parte jubilados, las virtudes de los productos asturianos del escaparate. En ese momento les hablaba de: "Chochinos. Bocados Divinos con explosión de placer". Antes de seguir quiero aclarar un par de cosas. El guía tenía un ramalazo que le abarcaba todo el cuerpo. Era un mariquita en toda regla. Condición que no trató nunca de disimular debajo de la vistosa pluma de pavo real que le adornaba. En el lenguaje popular asturiano, al coño, lo llamamos chochín. Así que el "Gran Timonel" empezó con la descripción de las pastas que a él no le producían ningún placer. En toda su vida no se había comido nunca un chochín ni se lo pensaba comer y mucho menos una rosca. Ante la algarabía de la masa lanzó una pregunta al aire. "Alguno de vosotros se comió alguna vez un chochín". "Sí, en salsa verde, pasa algo". Chochín ave paseriforme de la familia Trogodytidae. ¡Coñó! El conductor de almas terminó su alocución advirtiendo a los presente que lo auténticamente asturiano del escaparate no eran ni los chochos ni el Hijoputa (licor) sino los carbayones y les casadielles, y, que puestos a elegir, él prefería los carbayones. Cosa que nadie dudó ni por un segundo. 

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