miércoles, 23 de noviembre de 2016

LA SIMIENTE ENTERRADA

A unos pocos metros de las grandes avenidas con rascacielos, un viejo jardinero recoge en su arcaico carromato, con su escobón hecho de matojos, las hojas caídas. Como en el siglo pasado, o como hace muchos siglos. Y, viéndolo, recuerdo haber leído en algún viejo texto que, a veces, los chinos, por simples razones estéticas, gustaban de no recoger del todo las hojas de sus árboles: las dejaban un tiempo sobre el suelo o las escalinatas como simple expresión de lo bello que moría.
ANTONIO COLINAS
LA SIMIENTE ENTERRADA
Un viaje a China

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