viernes, 16 de septiembre de 2016

CAFÉ SOCIETY

Acudir al cine y encontrarte con una película como Café Society es una sorpresa fascinante para los sentidos. El de la vista. Bellas imágenes de Nueva York al amanecer. El puente de  Bow Bridge en Central Park, la estatua de la Libertad o el puente de Manhattan. El del oído. Deliciosa música de los años treinta, principalmente de los compositores Richard Rodgers y Lorenz Hart. El tacto. Las imágenes te entran de tal manera por los ojos que es como si las sintieras. El gusto. Una historia de amor de dos jóvenes que ante la imposibilidad de vivir su amor se conforman con lo que la vida les depara. El joven procede de una familia judía compuesta por un padre descreído, una madre religiosa, un hijo gangster y una hija casada con un pedante intelectual. Con esta mezcla familiar lo que consigue Woody Allen es recrear el ambiente de la época y tratar la historia con humor, humor negro. El gangster cuando va a morir en la silla eléctrica se convierte al cristianismo para gran escándalo de su madre. Si el judaísmo prometiera otra vida tendría más clientes. Vive la vida como si todos los días fueran el último, algún día acertarás. Una puta y encima judía. La película tiene un bello final. Los sueños no tienen fecha de caducidad. Los cinco sentidos se resumen en uno: Kristen Stewart



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