domingo, 10 de enero de 2016

DIARIO DEL ANCIANO AVERIADO

Empiezo el año alternando dos lecturas distintas y un solo diario verdadero. Más de cincuenta críticos literarios consultados por el suplemento cultural Babelia eligieron como mejor libro del 2015 a Los diarios de Emilio Renzi de Ricardo Piglia. El otro, Diario del anciano averiado de Salvador Pániker, fue elegido por el critico del que más me fío-yo-como mejor que el mejor. Si la escritura es vida, como puede un joven con veinte años compararse, en cuestión de diarios, con un anciano ligeramente averiado. Sí, tengo setenta y cuatro años y me da vueltas la cabeza, pero todavía voy a las fiestas y copulo con mi hembrita. Cuánta más información por centímetro cuadrado tiene el libro del anciano averiado que el del joven Piglia, todavía en formación. Pániker habla de lo divino y de lo humano. Lo divino la tribu catalana y lo humano el resto. Con CUP y sin CUP. Ernest Lluch le cuenta cositas a Pániker como que El Rey se enfada mucho cuando no mencionan a Alfonso Guerra como padre de la Constitución, el Rey siente debilidad  por Alfonso. Que Jordi Pujol no ha tenido buena suerte con sus hijos y que cuando se casó le dijo a su mujer: "Ten en cuenta que entre tú y Cataluña siempre escogeré a Cataluña". Y entre Andorra y Cataluña siempre elegiré Andorra.Los diarios de Salvador Pániker son un acta levantada entre los años dos mil y dos mil cuatro. Esto opinaba entonces sobre la Nación y el Estado.

Tampoco entiendo mucho el empeño de algunas naciones en tener Estado propio. Por ejemplo, yo creo que Cataluña es una nación, pero no veo por qué toda nación deba tener un Estado, ni por qué un Estado no pueda contener varias naciones. Asimilar nación con Estado conduce a conflictos innecesarios. De hecho ya sucede que la mayoría de los Estados son multinacionales, multiétnicos y multilingüistas. Hay en el mundo quizá siete mil lenguas y unas cinco mil etnias, pero menos de doscientos Estados. Ya se ve, pues, que la idea "una nación, un Estado." es impracticable... 

Los diarios son un buen antídoto contra la soledad. (Pániker)

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