martes, 27 de enero de 2015

LA QUINTA ESQUINA

En la página cuarenta y seis encuentro una de las cosa más bonitas que se puede escribir sobre una madre.


Toda madre forma el carácter de su hijo con su método de fabricación casera. Con toda la fuerza de su personalidad irrepetible.
Y ahora ha llegado tu momento, mamá. Que la gente se entere de lo buena que eras. Cuando moriste, dejaron de asustarme los telegramas y las llamadas telefónicas nocturnas: me quedé solo, mamá; tu muerte me quitó la intranquilidad por tu destino. De tus tres hijos siempre quisiste más al que se encontraba en peor situación.Y nosotros siempre hacíamos cola para estar más cerca de ti, porque irremediablemente a alguno de nosotros siempre le iban mal las cosas. Al recordar a su madre, las personas por lo general se suelen centrar en su infancia. Conmigo no sucede así. Te amo con el amor de un hijo adulto. Recuerdo tu rostro cuando me abrías la puerta. Nadie en el mundo me ha abierto la puerta con tal expresión de felicidad. Desde la calle daba unos golpes en la ventanilla. Había que esperar un poco frente a la puerta, ya que tú venias desde tu cuarto, apoyándote con dificultad en tu bastón. Prefiero no recordar el olor acre a humedad de tu apartamento. Que sea tres veces maldito ese apartamento, en el que tu vecina, la portera, te bautizó, en el año 1949, como "jeta-judía". Nos prohibiste defenderte; temías por nosotros. Y nosotros no te defendimos porque temíamos por ti. Tú tuviste el corazón suficiente para dar de comer al hijo de esta vecina cuando salió de la cárcel. Había sido condenado por asalto en grupo, pero tú nos decías que era un buen chico. Y, sí, en verdad resultó ser un buen chico. La vecina lloró en tu entierro. ¡Uno puede enloquecer, mamá, por las complejidades de la vida! Mientras más vivo en el mundo, más me empantano en ellas. La única salvación es algo que tú me enseñaste: no dejar de asombrase nunca de lo que ocurre alrededor. Mientras pueda seguir asombrándome quizá continúe siendo un hombre. En la bajeza human lo peor no es la bajeza, sino el hecho de habituarse a ella.
LA QUINTA ESQUINA
IZRAÍL MÉTTER
LIBROS DEL ASTEROIDE

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