miércoles, 1 de febrero de 2012

FRANCISCA AGUIRRE


Cuando alguien "canta con el espíritu", es poesía; cuando alguien "canta con la mente", es prosa.
Sándor Márai

"Cantaré con el espíritu pero también con la mente"
San Pablo
Epístola a los Corintios


PAISAJES DE PAPEL
A mis hermanas Susy y Margara

AQUELLA infancia fue más triste.
Ser niño en el cuarenta y dos parecía imposible.
Nuestra niñez era una mezcla de comprensión y aburrimiento.
Éramos serios y aburridos.
Recuerdo aquellas tardes; era como el mundo era entonces:
sin resquicios y tristes.
Veo a mis pocos años observar con ahínco,
tras el cristal opaco, la calle larga y gris;
el sol estaba lejos y era lo único barato,
lo único que traía alegría sin exigirnos nada.
Veo a mi niña adulta y consecuente
con un programa bien trazado:
crecer, crecer muy pronto, darse prisa
-ser niño era una carga demasiado pesada
para nosotros y para los grandes-.
Sólo en verano el mundo parecía asequible,
durante tres o cuatro meses saltar, correr, era la vida.
Lo gris volvía siempre muy pronto.
Un día amanecimos lentas, crecidas,
llenas de miedo, de presente.
Buscábamos palabras en el diccionario
con el afán de comprenderlo todo:
necesitábamos hacer lenguaje.
Algunos nos miraron con asombro,
decían que eramos inteligentes.
Nosotras,durante los dolientes domingos
dibujábamos inseguros paisajes.
Durante mucho tiempo ésas fueron todas mis excursiones.
Salir a un campo que no fuera pintado
suponía gastar unos zapatos.
Salir, salir, ése era el sueño,
abolir a las trenzas, inaugurar la barra de labios:
¡mi reino por un trabajo!
¿Cómo rendir ahora un homenaje a aquellos días?
¿Cómo añorarlos sin desconfianza?
Se arrugaron, igual que los paisajes de papel,
mientras crecíamos hacía ese desconsuelo que hoy nos puebla.


LOS TRECIENTOS ESCALONES

PAPÁ, perdimos tantas cosas
además de la infancia y los trescientos escalones que tú pintaste
nunca he sabido si para decirnos que había que subirlos o bajarlos.
Y ahora pienso, desde tu mano que me ayudaba a recorrerlos,
que tal vez me dijiste entonces
que había que subirlos y bajarlos
y para eso los pintaste
y para eso pasaste días enteros
pintando una escalera interminable,
una hermosa escalera rodeada de árboles y árboles
llena de luz y amor,
una escalera para mí,
una escalera para que pudiera subir,
vivir,
y una escalera para descender,
callar,
y sentarme a tu lado como entonces.


Francisca Aguirre nació en Alicante en 1930. Es hija del pintor Lorenzo Aguirre, que en 1942 fue asesinado por el régimen de Franco. En 1963 se casa con el poeta Felix Grande y en 1965 nace la hija de ambos, Guadalupe. En el 2011 obtuvo el Premio Nacional de Poesía por el libro Historias de de una anatomía (Hiperión) 

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