miércoles, 3 de noviembre de 2010

MARÍA ANTONIETA Y EL COLLAR


Cuando ocurrió el escándalo del collar, María Antonieta tenia treinta años. Su madre la emperatriz María Teresa de Austria (Tere) puso todo su empeño en que su hija se casara con el delfín de Francia, Luis XVI, convirtiéndose en delfina y formando un delfinario. La tarea resultó difícil, pues el rey era impotente, no se sabe si a causa de que el armario no tenia zapatero o de la genética real. Los franceses veían  a María Antonieta como una mujer frívola, derrochadora y ligera de cascos; amante de las joyas, los trajes y las ceremonias.

En agosto de 1785 Louis René Edourad de Rohan tenia cincuenta años y  era el  Limosnero mayor del reino, cargo que lo colocaba en la cúspide de la iglesia francesa. "Rey no puedo, príncipe no me digno, Rohan soy". Lo de la limosnas en aquella época debía de ser un negocio muy rentable, pues Rohan llevaba una existencia principesca. Pero hubo algo que no consiguió Rohan, el favor de la reina. Y no lo consiguió, porque  cuando Rohan  fue embajador en Viena,  la puritana Maria Teresa de Austria, consideraba que para ser una alta jerarquía de la iglesia francesa su comportamiento dejaba mucho que desear. Además María Teresa, interceptó una carta en la que el embajador le decía lo siguiente a su ministro de asuntos exteriores:  "He visto llorar a María Teresa por las desventuras de Polonia, para después poner a Francia ante los hechos consumados, pero me parece que la princesa, experta en el arte del disimulo, vierte lágrimas a voluntad, en una mano tiene el pañuelo para secar los ojos y en la otra blande el cuchillo de la negociación para ser la tercera potencia en la partición"  De ahí  venía que María Antonieta ignorara su presencia.

En 1785, Jeanne de la Motte tenía veintinueve años y su árbol genealógico se remontaba a un bastardo de Enrique II de Valois.  Rohan que era bastante ingenuo, le había contado a la Motte que no gozaba del favor de la reina. Jeanne de la Motte vió en tan fatal confesión su oportunidad y, aunque no tenía ninguna relación con la reina,  puso en juego todas sus dotes de actriz para hacer creer que gozaba de los favores de María Antonieta.

El joyero de la reina Charles-Auguste Böhmer y su socio Paul Bessange crearon un collar único en el mundo, formado con una vuelta con diecisiete diamantes del tamaño de nueces, de la que salian  tres pendones con pendientes en forma de lágrimas en el centro, enmarcada a su vez por cuatro largas tiras de diamantes dispuestos en triple fila, que llegaban casi a la cintura. Las dos interiores se cruzaban a la altura del seno, tenían en su confluencia un diamante gigantesco y seguían luego su trayectoria hasta concluir, al igual que las dos tiras exteriores, en cinco borlas centelleantes. En conjunto,  las piedras pesaban nada menos que 2800 quilates.

La ocasión de vender El collar se les presentó a los joyeros con el nacimiento de la primera hija de Luis XVI y María Antonieta. Luis XVI se lo quiso regalar a la "sultana del mundo" pero  ésta declinó  el ofrecimiento de su marido con la famosa frase "tenemos más necesidad de un barco que de una joya". El collar tenía un precio de millón ochocientas mil libras.

Entonces apareció  Madame de La Motte, que ya había extendido el rumor de que gozaba del privilegio de la Reina. La Motte les comunico a los joyeros que tenía un comprador, Louis Edourad  Rohan, al que engañó con el cuento de que  la reina no tenía en aquel momento la cantidad necesaria y que, para no  tener que acudir a su marido, comprara la joya en su nombre y acordara con Böhmer unos pagos a plazos que le permitiera hacer frente a la deuda en el espacio de dos años. La Motte  presentó a los joyeros y a Rohan una copia del contrato firmado por la reina. Este contrato que era  falso, sirvió para que le entregaran el collar a la Motte y que ésta y sus cómplices se fugaran a Inglaterra donde se deshicieron  del collar  vendiendo los diamantes a los joyeros ingleses. El problema llegó cuando hubo que hacer frente a los primeros plazos por parte de la reina.

Los joyeros, al contrario de lo que había previsto La Motte, en lugar de acudir al cardenal, acudieron directamente a la reina informándola de lo acaecido  y mostrándole la copia del contrato. Ante la enormidad de la estafa que amenazaba con comprometerla, María Antonieta se convenció de que el cardenal se había servido de su nombre para robar el collar y conseguir pagar con lo obtenido por la venta de los diamantes las muchas deudas que, como era sabido, le afligían. La consecuencia fue que Luis XVI hizo encarcelar a Rohan en la Bastilla y remitió el caso al Parlamento.

En el proceso, seguido con gran expectación por los franceses a través de la prensa, ya que los juicios por aquel entonces se celebraban a puerta cerrada y, aunque existía la posibilidad de contar con la asistencia de abogados, por lo general demandante y demandado comparecían solos ante los jueces. Los abogados,  redactaban una serie de documentos destinados a ser presentado a los magistrado en nombre de sus clientes. Estos se daban también a la prensa, con lo que miles de franceses esperaban la salida de los diarios con gran expectación. En definitiva, Roan que fue acusado de estafa y lesa majestad, salió bien parado gracias a los buenos abogados y, a la tenacidad del abad Georgel, vicario de Estrasburgo. En el proceso también acudió a declarar Giuseppe Balsamo, supuesto conde de Cagliostro, y en el que Rohan había puesto una confianza ilimitada, un charlatán y visionario como muchos de los que existen en la actualidad, pero sin televisión.

Y el que quiera saber más que compre el libro de Benedetta Craveri "María Antonieta y el escándalo del collar" de la biblioteca de Ensayo SIRUELA,. que es de donde yo saque la información.




3 comentarios:

  1. ¡Pero..bueno..! ahora que bien lo interesante del "casu Gurtel"..¿déjesme asi?

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  2. A la cárcel fue la Cachuli de la época, Jeanne de la Motte. La Reina aumento su desprestigio. Algunos de los abogados de la causa encabezaron la Revolución de 1789.

    Si todos nos hiciéramos un Real examen de sangre probablemente la tuviéramos Real, Real, Real.
    El árbol genealógico de La Motte se remonta a un hijo bastardo de Enrique II de Valois, El barón de Saint-Rémy.

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