lunes, 6 de septiembre de 2010

EL INFANTE DON CARLOS




 "Si mi hijo fuera un hereje, yo mismo llevaría la leña para quemarlo" 
Felipe II

La relación de Isabel de Valois con su hijastro, el príncipe don Carlos, dio pábulo a comentarios malintencionados acerca de un incestuoso amor cuya verosimilitud no consta en tratado histórico alguno. El hecho de que estuviera prometida a él antes que al rey desató la imaginación del gran poeta alemán Friedrich von Schiller (1759-1805).
En su celebérrima obra “Don Carlos”, escrita entre 1788 y 1789, convirtió al enfermo mental que era el hijo de Felipe II en un héroe romántico que murió por no doblegarse al poder establecido.
Ochenta años después, el músico italiano Giuseppe Verdi (1813-1901), por encargo de la Ópera de París para la Exposición Universal de 1867, compuso una de sus más populares óperas, “Don Carlo”, basada en el drama de Schiller y con libreto de Françoise Joseph Méry y Camille du Locle. Quedó así inmortalizada la más falsa historia de amor que jamás haya existido. 
A Don Carlos, esa desagradable victima de los cruces dinásticos, lo inmortalizaría Schiller como un personaje bello, un príncipe amante de la libertad. Pero, en realidad, el infante era un degenerado físico y psíquico, un loco y un sádico al que le gustaba observar a  las muchachas desnudas mientras eran azotadas con una vara; y a los que le molestaban por algún motivo, los enviaba él mismo al otro mundo, preferiblemente, por la ventana. Cuando un zapatero le traía unos zapatos que le iban pequeños, le obligaba a comérselos.

Lecturas no obligatorias
Wislaba Szymborsa

2 comentarios:

  1. Vaya!! lo de los zapatos no lo sabia. Buen favor le hizo el padre de Don Carlos a Isabel de Balois al casarse con ella. De todas maneras la mayoría de ellos estaban pirados, no se si por que tanta sangre igual, sin muchas cambios, demasiada sangre AZUlll. Un abrazo

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  2. Y menos mal que no compraba los zapatos en la Zapatillona.

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