jueves, 18 de junio de 2009
LA REVOLUCIÓN Y EL DESEO
Bueno voy a terminar con las memorias de Miguel Nuñez, antes de irme para la casa del pueblo, ya que tengo a los gatos muertos de hambre. El otro día me dijo Mary tráeme comida para gatos, y claro, traje un pienso de marca blanca. Ahora ya entiendo porqué se ahorra tanto con las marcas blancas, no las come ni el "gatu".
Pues ahí os dejo la historia contada por el pueblo, que realmente es quién la padece. Por cierto el prologo de Manuel Vázquez Montalbán muy interesante:
Aquel puñado de luchadores fueron artífices de la Transición que ha sido mal explicada cuando se la reduce al empeño de un rey bueno y de unos conspiradores de sobremesa bien comidos, bien bebidos y bien intencionados...La transición la hicieron inevitablemente los agentes sociales que combatieron al franquismo en las fabricas, en los colegios profesionales, en la Universidad, primero en las catacumbas, finalmente en las calles.
Aquella militancia hizo de las cárceles universidades en la que nadie concedía el titulo de doctor, pero juzgar si algunos no lo merecían:
En esta galería estaba con nosotros un joven gitano, que había sido teniente en el Ejercito Popular. Era muy inteligente, y con una chispa especial. Recuerdo que cuando le decíamos que debía militar en el partido, siempre contestaba: "Los comunistas sois muy buena gente, y podéis contar siempre conmigo, pero yo no puedo afiliarme a un partido que ha puesto una hoz y un martillo en la bandera, instrumentos de trabajo que te echan para atrás. Con lo magníficos que sois, si hubieseis puesto en la bandera una mecedora, todo el mundo sería del partido".
En ocasión de la visita de un inspector de prisiones, estando formados, el inspector se dirigió a José Reina, andaluz, siempre con muy buen humor, y le preguntó, con la peor intención del mundo: "¿Os siguen molestando las chinches?". A lo que este respondió: "No, ya no". "¿Cómo que no?", insistió el inspector. "Es que tenemos un procedimiento para matarlas que no falla". "¿Cuál?", preguntó intrigado el inspector. "Nada, nada, no tiene importancia. "Pero, ¿cuál es el procedimiento?", interpeló el funcionario. Tras este forcejeo, Reina, muy parsimonioso, dijo: "Es muy simple. Se coge la chinche, se le abre la boca y se le mete una alpargata. Créame, no hay chinche que lo resista". La broma le costó un mes en celdas de castigo, pero todos nos sentimos felices con su estupenda ocurrencia.
Por último no me resisto a poner esto sobre un demócrata de toda la vida:
Tratando de conseguir el reconocimiento de presos políticos acudió una delegación de familiares al despacho de Manuel Fraga Iribarne...Fraga recibió, siendo ministro de Franco, a una delegación de familiares nuestros, de la que formaba parte mi madre. Los recibió, después de hacerlos guardar penosa antesala, y los despachó con malos modos, diciéndoles que "en la España de Franco no había presos políticos, sino delincuentes peligrosos, terroristas, espías al servicio del comunismo, que amenazaban la paz y la unidad de la Patria.
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oye conmigo no cuentes pa ir a esa casa del pueblu , ni aunque tenga aire acondicionado no no no......
ResponderEliminarNi que decir tiene que comparto la visión que sobre la transición tenía Vázquez Montalbán. Pero es que con él compartía muchas de las cosas que su pensamiento expresaba.
ResponderEliminarSon geniales las anécdotas!! El ingenio del gitano no tiene precio...Son pequeñas cosas que debieron ser grandes en su día por lo que contribuirían a desdramatizar por un momento el dramatismo de la situación en sí misma.
Mary, que Miner quiere despertar en ti el deseo revolucionario.
ResponderEliminar¡Hacía tiempo que no oía los "vientos del pueblo"! Prestome oir la canción. Hazme revivir situaciones que fueron guapes por lo que de esperanzadores tuvieron.
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