Del Libro Bocas del Tiempo de Eduardo
Galeano. Dos relatos EL
ELECTRICISTA,y EL REY. El segundo es sobre el grito de un pavo real en un parque de
Gijón. Esto me recuerda cuando yo era un
crío y mi madre me llevaba al parque de Isabel la
Catolica de
Gijón. El grito del pavo real siempre va asociado a mi infancia, y al parque.
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EL ELECTRICISTAAnda en bicicleta, con la escalera al hombro, por los caminos de la pampa.
Bautista
Riolfo era
electricista y
sieteoficios, un
todero que arreglaba
tractores, relojes, molinos, radios o escopetas.
La joroba que tenía en la espalda le había salido de tanto agacharse hurgando enchufes, engranajes y rarezas.
René Favaloro, el único médico de la comarca, también era
todero. Con los pocos instrumentos que
tenía y los remedios que encontraba, oficiaba de cardiólogo, cirujano, partero. psicólogo y especialista en todo lo que se necesitara componer.
Un buen día,
René viajó a
Bahia Blanca y a la vuelta se trajo una
maquina jamás vista en aquellas soledades habitadas por el viento y el polvo.
Ese
tocadiscos tenía sus mañas. En un par de
meses, se negó a seguir funcionando.
y ahí vino Bautista, en su bicicleta. Sentado en el suelo, se rascó la barba, investigó, soldó unos
cablecitos, ajustó tornillos y arandelas:
-A ver ahora- dijo.
Para probar el aparato, Rene eligió un disco, la Novena de
Beethoven, y colocó la
púa en su movimiento preferido.
Y la música invadió la casa y se echó a volar por la ventana abierta, hacia la noche, hacia la tierra sin nadie; y siguió viva en el aire cuando el disco dejó de girar.
René comentó algo, o algo preguntó, pero Bautista no contestó nada.
Bautista tenía la cara estrujada entre las manos.
Un largo rato pasó, hasta que el
electricista consiguió decir:
-Perdone, don
René, pero yo nunca había
escuchado eso. Yo no sabía que esa... esa
electicidad existía en el mundo.
EL REY En un parque de
Gijón, desde las copas de los
árboles alguien grita.
Cuando ya no se escucha nada más que los susurros de la brisa en el follaje rompe el silencio este grito que suena como un alarido humano.
Es el grito de la noche del pavo real.
Durante el día, él pasea sus resplandores.
Arrastrando su larga cola de plumas, siempre vestido de fiesta, se pavonea el pavo. Cuando
gira sobre sí mismo y despliega la cola, frondosa corona verdiazul, la luz de su belleza encanta a los
caminantes y humilla a las otras aves del parque.
Los patos, ánades, cisnes, gansos, palomas y gorriones vuelan juntos o juntos caminan o navegan
por el lago; juntos charlan, comen duermen. Pero el pavo real vive sin nadie, lejos de los demás pavos reales, y con nadie se junta.
A nadie mira el que nació para ser mirado.Cuando llega la noche, y ya la gente se ha ido, él vuela hacia la alta rama de algún árbol vacío, y se echa a dormir. Solo.
Entonces, grita.
Eduardo Galeano