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miércoles, 27 de marzo de 2013

SALÓN

La araña se encendió,
como un astro en un cielo.
Debajo, tú surjiste,
casi Venus naciendo.

    ¡Luces y desnudeces!
¡El centro
de la vida, en la entraña
roja de tu salón de terciopelo!

Juan Ramón Jiménez
IDILIOS
Sistolá


martes, 19 de marzo de 2013

AMANECER

Te quitaste, riendo,
lo mismo que una reina loca,
tu corona de sueños,
y la echaste, radiante, al sol alegre,
¡y te abrazaste a mí, toda desnuda,
solo con tus cabellos negros, blanca!

Juan Ramón Jiménez
Idilios (Sistolá)

miércoles, 6 de marzo de 2013

EL LARGO RÍO DEL TIEMPO

Echado en la baranda de la vida,
mira mi alma pasar el largo
río del tiempo.

Echo al agua una flor,
le pienso
una duda más bella,
le contemplo
una luz más divina,
la dejo
pasar, sin verla.
Me duermo...

En sueños, oigo el agua
correr, correr, correr,
La sueño.
Y entonces ella me ve a mí
corriendo,cada noche, muerto...

Juan Ramón Jiménez
Idilios (Ediciones la isla de Sistolá)

sábado, 21 de abril de 2012

TRES VISIONES SOBRE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ



Recuerdo a Juan Ramón , sentado a dos pasos de nosotros, de medio perfil, como si al hablar mirara al infinito, con las piernas cruzadas, y uno de los brazos apoyado en una mesa sobre la que se levantaba, al compás de la conversación, como ligero trazo de lo que iba diciendo, su mano blanca; de su figura se desprendía un sabor principesco; pero oriental, andaluz por tanto. Ese rostro pudo haberlo tenido, en nuestra imaginación un Omeya: pálido, de rasgos muy finos y trabajados por un fervor oculto, con los ojos ahondados en las órbitas, esos ojos a los que les cuesta moverse, no por estáticos sino por graves. Llevaba, como se sabe, barba, cuidada, ni decimonónica, descansando sobre el pecho, ni de las que, lineales y condotieriles, comenzaban a exhibir los petulantes jóvenes italianos; recordaba, más bien, a esas, levemente rizadas, que nuestros tallistas gustan de perfilar en los Cristos muertos y que le daba, por tanto, más que apostura, un dejo de flaqueza. El timbre de su voz, que yo oía por vez primera, sonaba también, para mí, por última vez. Aquella tarde pasó revista a los acontecimientos intestinos y tuvo, para todos, alfilerazos, y aun algo más. Pedro Salinas se llevó, que yo recuerde, la peor parte.
Parecía una encarnación del Tiempo, y con él, de los rincones del tiempo. En una isla del Caribe, como un emigrado más, recibiría, junto al cadáver de su mujer, solo por tanto, la noticia de habérsele adjudicado el premio Nobel.

Memorabilia
Juan Gil Albert
P.D Juan Gil Albert lo visitó en su casa de Madrid acompañado de Ramón Gaya y Enrique Azcoaga



A mi me gustaba Juan Ramón, y un tiempo después, cuando lo conocí en su casa de la Habana, me resultó incongruente su figura de Greco sentada en una mecedora tropical. Años más tarde don Luis Araquistáin me dijo: "Juan Ramón siempre fue un maniático. Tiene horror de la gente. Una tarde fui a su casa para pedirle una colaboración para Leviatán y una voz salió detrás de un biombo y dijo: "Juan Ramón no está en casa", y el biombo cruzó el salón de puntillas y desapareció por una puerta. ¿Qué le parece, doña Elenita....? A mí me pareció muy bien.

Elena Garro
Memorias de España 1937

Pero, a mi niño, por mucho que me hubiera gustado el borriquillo no me gustó su autor. Todo de negro, la barba aunque canosa también negra. Adusto, serio, de mirada penetrante, pero completamente exenta de bondad.

Manuel Fernández Montesinos
Lo que en nosotros vive


jueves, 19 de abril de 2012

VIENTO DE AMOR



"Yo no he hecho más que dar forma a lo que ven los demás"
JRJ


POR LA CIMA del árbol iré
y te buscaré

Por la cima del árbol he de ir,
por la cima del árbol has de venir,
por la cima del árbol verde
donde nada y todo se pierde.

Por la cima del árbol iré
y te encontraré.

En la cima del árbol se va
a la ventura que aún no está,
en la cima del árbol se viene
de la dicha que ya se tiene.

Por la cima del árbol iré
y te cojeré.

El viento la cambia de color
como el afán cambia el amor,
y a la luz de viento y afán
hojas y amor vienen y van.

Por la cima del árbol iré
y te perderé.

 Juan Ramón Jiménez

martes, 24 de mayo de 2011

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ


¿ CÓMO, muerte, tenerte
miedo? ¿No estás aquí conmigo, trabajando?
¿No te toco en mis ojos; no me dices
que no sabes de nada, que eres hueca,
inconsciente y pacífica? ¿No gozas,
conmigo, todo: gloria, soledad,
amor, hasta tus tuétanos?
¿No me estás aguantando,
muerte, de pie, la vida?
¿No te traigo y te llevo, ciega,
como tu lazarillo? ¿No repites
con tu boca pasiva
lo que quiero que digas? ¿No soportas,
esclava, la bondad con que te obligo?
¿Qué verás, qué dirás, adónde irás
sin mí? ¿No seré yo,
muerte, tu muerte, a quien tú, muerte,
debes temer, mimar, amar?

Juan Ramón Jiménez

martes, 12 de octubre de 2010

OTOÑO (J.R. JIMÉNEZ)



ESPARCE octubre, al blando movimiento
del sur, las hojas áureas y las rojas,
y en la caída clara de sus hojas
se lleva al infinito el pensamiento.
¡Qué amena paz en este alejamiento
de todo, oh prado bello que deshojas
tus flores, oh agua, fría ya, que mojas
con tu cristal estremecido el viento!
¡Encantamiento de oro! Cárcel pura,
en que el cuerpo, hecho alma, se enternece,
echado en el verdor de una colina!
En una decadencia de hermosura,
la vida se desnuda, y resplandece
la excelsitud de su verdad divina.


Juan Ramón Jiménez

Foto: Amanecer desde Llueves. Cangas de Onis (10-10-10)

miércoles, 25 de noviembre de 2009

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
















Busco en la muerte la vida,
salud en la enfermedad,
en la prisión libertad,
en lo cerrado salida
y en el traidor lealtad.
Pero mi suerte, de quien
jamás espero algún bien,
con el cielo ha estatuido,
que, pues lo imposible pido,
lo posible aún no me den.

Don Quijote XXXIII




Juan Ramón Jiménez que era un hipocondríaco reconocido, seguro que sería feliz, si pudiera ver que el hospital de Huelva lleva su nombre. Lo mismo que Miner, un vago reconocido, también lo sería si, un sofacama, llevara su nombre. JRJ en su juventud vivió durante tres años en el sanatorio Nuestra Señora del Rosario, así lo cuenta Rafael Cansinos-Assens en la novela de un literato.

Algunos domingos Manuel y Antonio Machado, Villaespesa y, el mismo Cansinos iban a verle al sanatorio El Rosario. Las voces y las risas se apagaban, lo mismo que el sol poniente, cuando trasponíamos la verja del sanatorio y cruzábamos el jardín, ya en sombra, donde cantaba una fuente invisible.
Una enfermera, discreta, pulcra y sigilosa, nos guiaba hasta el departamento que allí ocupaba el poeta de las rimas. Una habitación medianamente grande, con ventanas al jardín, confortable como un cuarto de hotel caro, en la que había luz encendida. Una mesa, con libros y papeles en el centro, una chimenea francesa en uno de los testeros, con retratos, flores y libros sobre su tapa de mármol. Y en aquel marco de selección, el poeta, pulcro, correcto también, joven, fino, pálido, serio y triste, con unos grandes ojos negros y melancólicos, un bigotillo negro y una barbita en punta, como la de D`Annunzio, tendiéndonos la mano suave y pálida, lacia, en un gesto de fría cordialidad, con una sonrisa que dejaba ver sus dientes blanquísimos de no fumador.

-¿Eres feliz, hombre!-exclamaba Villaespesa-. No te falta nada...Y tienes muy buen aspecto, ¿verdad?
Y nos interrogaba a todos. Todos asentíamos.
-Psch... En realidad, no tengo nada concreto-Explicaba Juan Ramón-. Solamente esta tristeza, esta angustia, esta inquietud, el corazón, no sé. El doctor Simarro me dice que son los nervios y me receta bromuro a todo pasto. Pero ¿qué tiene que ver el bromuro con esta tristeza?...Es que la vida es triste. Me dice que haga por alegrarme y distraerme, pero, ¿Cómo alegrarme? Si a mí me asusta la alegría. Las cosas alegres me ponen más triste.

El ayudante del doctor Simarro, un mediquito joven y estúpido, que cuando a veces me siento morir y lo llaman, viene, me toma el pulso y se echa a reír, y dice "¡Vaya! lo que usted tiene son dengues. Usted lo que tiene que hacer es venirse conmigo y con unas pelanduscas a la verbena y coger una pítima. "Pero si me estoy muriendo -le digo yo-. ¡Si me va a dar un colapso!" Y el idiota se ríe "¿Qué se va a morir? Bobadas aprensiones. Ande y véngase a la verbena" "¡Qué horror, a la verbena! ¡Sería terrible! Morir allí de pronto, entre aquel ruido y aquella alegría, entre borrachos y mujeronas con mantones de manila. ¿Pero es que no existe la muerte repentina? ¡No reza la iglesia en oración!: "¡De la súbita muerte, del rayo y de la centella, líbranos, Señor!"

Menos mal que apareció Zenobia Camprubí. Detras de cada gran hombre siempre hay una sufrida mujer; Marco Antonio y Cleopatra, Lucia y Joaquín (dúo Pimpinela), el Pato Donald y Daisy, ¡Miner! y Mary.

Juan Ramón Jiménez regresó a España, ya casado con su novia neoyorquina , Zenobia Camprubí, hija de un anticuario catalán que se ha enriquecido en Norteamerica. Ese matrimonio que ha salvado de la indigencia al poeta de Rimas, que últimamente- según don Julio del Moral- vivía de la munificencia de Martínez Sierra-, le ha costado a aquel esfuerzos heroicos. JRJ conoció a su Zenobia en el curso de un viaje que ésta hizo con sus padres a la península. Los padres de la joven, enterados de la precaria situación del poeta, se opusieron tenazmente al noviazgo y, para que no siguiera adelante, se llevaron a su hija a Nueva York. Pero el abúlico y desencantado JRJ no se arredró por ello y, ayudado por amigos poderosos, lo arreglo todo para presentarse dignamente en Nueva York y hasta reunió un lote de cuadros de primeras firmas como regalo para el futuro suegro. Éste acabó por rendirse y la boda se celebró.


Normal, así también me rindo yo. Hace poco leí unas memorias del sobrino de Federico García Lorca, Manuel Fernández Montesinos. "Lo que en nosotros vive". Contaba una visita que realizó de niño con su madre a la casa de Juan Ramón y Zenobia: Pero, a mi niño, por mucho que me hubiera gustado el borriquillo no me gustó su autor. Todo de negro, la barba aunque canosa también negra. Adusto, serio, de mirada penetrante, pero completamente exenta de bondad.

Pintor que me has pintado
en este cuadro vago de la vida,
tan bien, que casi
parezco de verdad; ¡ay, pínta-
me nuevamente, y mal, de modo
que parezca mentira!

Juan Ramón Jiménez

P.D. Rafael Cansinos Assens, era escritor y periodista, pero sobretodo traductor. Dominaba varios idiomas como el árabe, el hebreo, el ruso (traductor de Dostoievski), el alemán, francés, ingles . Vamos que era como yo, que se callarme (a duras penas) en todas esas lenguas y en más.

domingo, 8 de noviembre de 2009

RETORNO FUGAZ

¿Cómo era, Dios mío, cómo era?
—¡Oh corazón falaz, mente indecisa!—
¿Era como el pasaje de la brisa?
¿Como la huida de la primavera?

Tan leve, tan voluble, tan lijera
cual estival vilano... ¡Sí! Imprecisa
como sonrisa que se pierde en risa...
¡Vana en el aire, igual que una bandera!

¡Bandera, sonreír, vilano, alada
primavera de junio, brisa pura...
¡Qué loco fue tu carnaval, qué triste!

Todo tu cambiar trocóse en nada
—¡memoria, ciega abeja de amargura!—
¡No sé cómo eras, yo que sé qué fuiste!

Juan Ramón Jiménez

lunes, 3 de agosto de 2009

SALUDO DEL ALBA






SALUDO DEL ALBA


¡Cuida bien de este día! Este día es
la vida, la esencia misma de la vida.
En su leve transcurso se encierran
todas la realidades y todas las
variedades de tu existencia: el goce
de crecer, la gloria de la acción y el
esplendor de la hermosura.
El día de ayer no es sino un sueño y
el de mañana es sólo una visión. Pero
un hoy bien empleado hace de cada
ayer un sueño de felicidad y de
cada mañana una visión de esperanza.
¡Cuida bien, pues, de este día!

(Del sánscrito)


Los primeros versos son de Xavier Villaurrutia, la traducción del sánscrito esta en el libro; Diario de un poeta recién casado de Juan Ramón Jiménez. La foto es de Wences