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miércoles, 19 de diciembre de 2012

JOAQUÍN COSTA

Joaquín Costa fue un político del siglo XIX europeista republicano, laico y antimilitarista, que despreciaba todo el tinglado de la Restauración Borbónica-"la monarquía de Sagunto"-, con su Cánovas, sus caciques, la coacción constante del sable y la mitra, y el casticismo. Le asqueaba la verbena nacional. Para él la guerra de España con Estados Unidos fue la lucha entre Lagartijo y Edison.Su lema, regeneracionismo, atrae a la gente joven.
Gran orador, brusco, sin retorica certero en sus terquedades, supo fijar en formulas muy atractivas, muy concretas, todo un programa de reconstrucción nacional. "La escuela y la despensa", "Hay que echar siete llaves al sepulcro del Cid", "Menos política y más administración", etc. Escribía con claridad meridiana. Era corpulento, tenia un rostro que parecía tallado en roble, que justificaba por su expresión el sobrenombre con que se le designaba-"el león de Graus"-. y, en fin, era uno de esos hombres públicos contemporáneos de veras eminente; que la desgraciada España no ha merecido. Aquí ente un Maura y un Costa ha triunfado siempre un Maura, y entre un Menéndez y Pelayo y un Giner de los Ríos,  un Menéndez.
Antonio Espina 
Las Tertulias de Madrid

sábado, 15 de diciembre de 2012

PRÁXEDES MATEO SAGASTA

Todo lo contrario que Emilio Castelar resultaba el "comedor" de Sagasta, tertulia de fácil acceso en la que todo el mundo hablaba cuando quería y lo que quería. O se callaba pensando en sus cosas. Don Práxedes era uno de tantos. El comedor propiamente dicho estaba junto a una habitación grande, con balcones que daban, uno a la carrera de San Jerónimo, y los otros dos a la calle de Floridablanca, frente al Congreso de los Diputados. Allí acudían a diario correligionarios de Sagasta, periodistas, forasteros y hasta simples curiosos.
- ¿Usted conoce a toda esta gente?- le preguntó un amigo al dueño de la casa.
-Le diré a usted. Al principio venían aquí muchas personas a quienes yo no conocía. Pero ahora viene muchos que no me conocen a mí.
Don Práxedes era un hombre de gran simpatía personal. La tertulia tenia lugar después del almuerzo. Al revés de lo que ocurría en otras tertulias formadas alrededor de algún personaje político, en la de Sagasta se hablaba poco de política, porque don Práxedes eludía estas conversaciones, y cuando otros se enzarzaban en ellas, el permanecía silencioso. En cambio, gustaba de comentar los hechos diarios más destacados y escuchaba con interés cuando se recogían opiniones o dichos de la calle.
Una hora u hora y media duraba aquella reunión. "Don Práxedes se despedía con un saludo afectuoso que a todos encantaba", dice el conde de Romanones, "y se retiraba a sus habitaciones para ir al Congreso o para dar un paseo. Era una tertulia", añade el conde, "que podía haberse celebrado en plena Puerta del Sol".

Las Tertulias de Madrid
Antonio Espina





viernes, 23 de noviembre de 2012

EMILIO CASTELAR

 Emilio Castelar era un hombre de talento y un gran orador, el más grande que ha tenido España. Pero eso no importa. Jamás profundizó en nada ni poseyó juicio riguroso en nada, ni criterio exigente sobre nada. Como todos los espíritus extravertidos, vivía en actor, en actor que se ignoraba a sí mismo, la mayor parte del tiempo. Podía y sabía improvisar un discurso, pero casi nunca lo hizo. Prefería escribirlos primero, y después, fiando en su memoria portentosa, aprendérselos de memoria, total o parcialmente. Sin embargo, al empezar a hablar estaba nervioso, se le veía inquieto en su escaño y no encontraba el tono de voz, que le salia al principio aguda y chillona como la de su mujer. Pero después. ¡ah, después! Después aparecía el Castelar inenarrable. Su estilo hizo estragos en su época.
Castelar era un maniático de la elocuencia. Estaba siempre en orador, bien en el Congreso, bien como pequeño berborreico hablando con su cocinera. En este aspecto debía ser insoportable. Posaba en monumento nacional. La tertulia de su casa se reducía al largo monólogo de don Emilio, apenas interrumpido en breves intervenciones de alguno de los presentes.

Las Tertulias de Madrid
Antonio Espina

jueves, 1 de noviembre de 2012

RÉQUIEM

                                                    Al amigo X
EN el féretro negro te vas. Creo que haces bien.
Mi intimo fuiste, eres y probablemente serás,
que no es mucho ser. ¿Qué color tuvo nuestra amistad?

Hubo en eso algo de juvenil buena fe,
el calor de la hora aburrida y el tedio conjunto,
la tiranía del rato, el naipe y el asueto,
la taza de café.

Nos queríamos tan mal, que nos queríamos bien,
No pudiendo ser esclavo o amo te quedaste en amigo,
que es el último grado dentro de lo afectivo,
El paripé del corazón, ¡Psche!

Realmente fuiste tan distinto, que no sé,
que no me explico que pudo forjar nuestras simpatías.
Debió ser el demonio de la misantropia
o el no saber qué hacer.

Hoy has dimitido de la vida; muy bien.
Procura ingresar en la oposición celeste.
Pero mejor te deseo el sueño de la muerte.
Adiós. Amén.

Antonio Espina
Somos como un puru

miércoles, 24 de octubre de 2012

BIOMBO JAPONÉS

Loto
      como la risa
         que tiene prisa 
                para ir a misa.

Ibis
    Aquel Tenorio
          cual un notario
                    zar ilusorio.

Dragón,
      sonaja 
             para la caja, 
                     para la caja y la mortaja.

¡Y el
       farolillo japonés!

Antonio Espina


jueves, 27 de septiembre de 2012

"LA BELLA D´IL RE"

Si te apellidas Sanz y encima te llamas Alfonso, Fernando, Felipe o Juan Carlos hazte un análisis de sangre, la puedes tener azul.

El cuatro de Octubre de 1877 en el Real debutó un tenor español no muy conocido, Julián Gayarre. Para aquella noche estaba anunciada en el cartel la ópera de Donizetti La favorita. Apenas comenzó a cantar la romanza de salida. Una vergine, un angelo de Dio...el público quedó absorto, como poseído por la sensación de lo inefable, presa el alma entera en la voz extrahumana de aquel tenor maravilloso que a ningún cantante podía compararse. La prensa tuvo merecidos elogios para la partenaire del gran tenor en la favorita, la contraalto Elena Sanz, que era en la ópera de Donizetti y en la realidad de la vida "La Bella d´il Re". Il Re era, en este caso Alfonso XII, que tuvo con ella dos hijos varones llamados con evocadora denominación dinástica Alfonso y Fernando. Los dos hijos llevaron el apellido de soltera de su madre.
Antonio Espina
Las tertulias de Madrid


lunes, 24 de septiembre de 2012

ANTONIO MAURA

Antonio Maura debía su carrera política al hecho de estar casado con la hermana de Don Germán Gamazo, terrateniente vallisoletano, afamado leguleyo y cacique. Don Antonio Maura era fundamentalmente un hombre de la farándula. Poseía magnificas dotes de ficción, de espectacularidad y una gran facha física. Su cuñado, don Germán, que era  sagaz y socarrón como buen cacique castellano, dijo un día en su tertulia del "salón de billar", aludiendo con ufanía a las gracias políticas de su pariente:
-Antonio es el escaparate. Yo, la trastienda.
Antonio Maura fue uno de los gobernantes peores que tuvo España y el que más despistó a unos y a otros con sus efectismos, su tupé, su barba, sus trenos abaritonados y su bisutería fraseológica. Disgustó a los liberales, que le creían un liberal "viable" a pesar de su etiqueta conservadora, siendo como era un reaccionario de tomo y lomo. Y disgustó a los conservadores y al rey, que le creían incondicional de sus ideas e intereses, no siéndolo más que de sus propias aspiraciones y egolatrías. Al rey lo dejó indefenso en una crisis grave, al no querer formar gobierno cuando una situación liberal era ya insostenible. Su soberbia y falta de visión política en aquellas circunstancias tuvieron su castigo con la elevación de Dato a la jefatura del "partido conservador".
Las Tertulias de Madrid
Antonio Espina
Antonio Maura y Alfonso XIII

viernes, 21 de septiembre de 2012

JOSÉ ECHEGARAY Y (2)

A raíz del triunfo del El gran galeote, el Ayuntamiento de Madrid dio el nombre de calle de Echegaray a la vieja calle del Lobo. Lo que sirvió para que Valle-Inclán en su tertulia de Fornos dijera:
-¡Qué inteligentes son los carteros de Madrid!
Los reunidos miraron un poco extrañados a Valle, quién peinándose con los dedos, en un gesto muy suyo, las negras barbas, continuara, seráficamente.
-Sí. hace día envié una carta a un amigo que vive en la calle de Echegaray, puse en el sobre esta dirección: "calle del Viejo Idiota", y la carta ha llegado sin novedad. Son muy inteligentes los carteros de Madrid.
Antonio Palomero hizo observar socarronamente que Echegaray no sería tan malo cuando le acaban de conceder el Premio Nobel los sabios de Suecia. Valle-Inclán, rápido, contestó:
-¡Cómo! ¿No sabéis? Le debe el premio al general Polavieja. Sí, si. No os riáis. Echegaray es un escritor que entusiasma al generalato. Polavieja fue el encargado de hacer saber a la Reina Madre el gusto con que el ejercito vería la concesión del Nobel a Echegaray. Y la Reina se lo ha pedido, como favor especial, al rey de Suecia..
-Algo, algo he oído yo de eso-dijo con su vivacidad acostumbrada el músico Vives-. Pero parece que ha habido dificultades...
-¡Ya lo creo!- saltó de nuevo Valle-Inclán-. Como que al saberlo Leopoldo Cano, en su calidad de poeta y de teniente general, se fue a ver a doña María Cristina para que le diese el premio a él. Y hasta amenazó con un pronunciamiento. Pero ya era tarde.
A petición de sus amigos y para regocijo de cuantos le escuchaban, don Ramón prosiguió recitando verso de Echegaray.
 Las tertulias de Madrid 
Antonio Espina

jueves, 20 de septiembre de 2012

JOSÉ ECHEGARAY (1)

Don José Echegaray, arrebujado en su gabán de pieles, incluso en primavera y a pesar de la potente estufa del saloncillo, permanecía en su sillón charlando de todo y con todos. Su cabeza calva emergía inquieta del gabán. Brillaban sus lentes y se agitaba su perilla, acariciada por la mano nerviosa en la que fulgía un rubí. Don José, pequeño y microcéfalo gustaba de hacer gala de su ingenio. Su cráneo muy pequeño, con una marcada protuberancia en todo lo alto de la bóveda, sorprendía a cuantos veían al personaje por primera vez. De niño padeció una especie de demencia precoz  que alarmó a la familia y a los médicos. Pero todo quedó en psicosis pasajera. Al reponerse de ella empezó a asombrar a todos con sus prodigiosas dotes  para el estudio de la matemáticas, sabiduría que le llevó a ingresar en la Escuela de ingenieros de Caminos y a obtener, todavía muy joven, su titulo ingenieril. A los treinta años de edad Echegaray se hizo político. Diputado en las Constituyentes del 69, revelose como orador grandilocuente. Llegó a ministro y, siéndolo de Hacienda, estreno su primera obra teatral, El libro talonario. Cuando le concedieron el Premio Nobel, en 1904, terminaba su larga trayectoria de autor teatral pródiga en éxitos clamorosos, entreverada de algunos fracasos de no menor estruendo. Su caída fue rápida. Y definitiva. Encargaronse de darle cumplida, ya que no cristiana, sepultura los de la troupe del 98.
Las Tertulias de Madrid
Antonio Espina

domingo, 16 de septiembre de 2012

COMO LLEGAR A DUQUE

Antonio Espina en sus "Tertulias de Madrid" cuenta como se puede llegar a Duque por la vía rápida, aunque sea  "Duque de Lavabo".

Antonio Ramos Meneses empezó de mozito barbero en su  Sevilla natal y cuando frisaba los treinta ya era duque de Baños, titulo con que le distinguió Franciso de Asís, marido de Isabel II. Meneses tenía una gran facha. El hombre explotaba sus hechuras y fantasías como quien explota una finca. Su primer encuentro con la fortuna ocurrió en Sevilla, donde una dama italiana "que viajaba sola, rodeándose de gran fausto y boato", otoñal y eminentemente rica, sobrina del papa Pío IX, pasaba una temporada en plan turista, embriagándose de luz, aromas, colores y monumentos. Un día contemplando el monumento Meneses, que no tenía de antigüedad más que veinte floridas primaveras "chifló". El idilio duró un par de años y tuvo por marco Andalucía, Italia y París. En esta ciudad se separó la pareja y Antonio apareció en Madrid a los pocos días, pimpante, fresco como una lactuca scariola, dispuesto a todo en el orden de la galantería y, como informa la crónica, bien provisto de joyas.
A la reina que estaba muy ocupada con su galán de turno Miguel Tenorio, también andaluz,sevillano y buen mozo, se le escapó Meneses que como escribe Pedro de Répide "encontróse con los dispuestos ojos del rey, quién le otorgó el más fervoroso y consecuente de los valimientos". Ya viejo, el duque de Baños se volvió un poco neurasténico, no frecuentaba la sociedad, aunque sí al rey Francisco en París y Biarritz, y vivía rodeado de lujo y comodidades en la calle Sacramento. El gran Meneses perdía miles de duros en los casinos como si tal cosa.
Miguel Tenorio


miércoles, 12 de septiembre de 2012

GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER

¿Cómo era Gustavo Adolfo Bécquer?  Una cabeza de peluquería con rizos abusivos sobre la frente o como dice su amigo Eusebio Blasco,  "un hombre negro, moreno hasta la exageración, sombrío hasta la grosería, viviendo modestamente del sueldo de doce mil reales que su amigo el ministro González Bravo le daba como censor de novelas".
Narciso Campillo, demasiado proclive a la consabida leyenda del genio incomprendido y menesteroso, llega hasta una versión, por exagerada, inaceptable. "Le he conocido sin camisa ni calcetines; tomaba dinero y lo gastaba en guantes finísimos o en comprar una alfombra por doscientos duros que luego vendía en veinticinco, para convidar a sus amigos.
Santiago Montoto un erudito sevillano lo presenta de una manera totalmente diferente a la anterior. "El romántico por antonomasia no lo fue tanto; ni en Sevilla ni en Madrid, sufrió las estrecheces de una vida bohemia, nunca estuvo tísico ni murió de esta enfermedad". Una dama que lo conoció mucho escribe de Bécquer : "Le recuerdo de frac, cuando iba a las reuniones, y habitualmente con pantalón a rayas y en chaqué o levita, a la moda de la época". ¿Sería Bécquer lo uno o lo otro? Más parece un melancólico, sombrío e ensimismado. "No reía", dice Julio Nombela, "pero sonreía, hasta cuando sufría".

Bécquer se casó con Casta Esteban, matrimonio del cual se sabe poco. En cambió si se sabe de su amor platónico por Julia Espín Colbrandt una hermosa mujer morena, arrogante, de gran atractivo físico. Según Blasco era deslumbrante ¿Serían para ella esas cartas que mandó destruir dos días antes de su muerte? Augusto Ferrán relató a Narciso Campillo, que hallándose con Béquer éste le pidió que le diese un paquetito de cartas atado con una cinta azul que había en el armario. Hízolo así, y Bécquer, sacando una mano de entre las ropas de la cama, tomó el paquete y lo quemó a la llama de la vela que lucia sobre la mesilla de noche. "¿Por qué quemas eso?", le preguntó Ferrán. "Porque sería mi deshonra, contestó el enfermo".
El mejor retrato de Gustavo Adolfo es el que le hizo Laurent, fotógrafo de la reina, entre 1864 y 1868. En él vemos al poeta de cuerpo entero, delgado, esbelto, vestido con elegancia; el gesto sereno, un poco duro, sin que pueda apreciarse en su rostro ningún detalle o resplandor especial que le distinga de la fisonomía de cualquier otro joven vulgar y corriente de la época. El porte de caballero de este retrato es contrario a  la idea que suele tenerse de un Bécquer bohemio, desaliñado, de faz pálida, ojos soñadores y frágil contextura, tal como le pintan algunos biógrafos influidos por la romántica proyección de su obra.

Antonio Espina
Las tertulias de Madrid

martes, 11 de septiembre de 2012

DUQUE DE OSUNA

Mariano Téllez Girón y Beaufort (1814-1882) fue un noble, político y diplomático español  que llevó una vida de lujo y despilfarro. Eusebio Blanco que lo conoció ya sesentón en casa del marques de Vinet, le describe de la siguiente manera: "rechoncho y pálido como un cirio, iba lleno de placas, bandas, estrellas y rosetas de todas las ordenes del mundo. Se le admiraba como si a todos nos hubieran dicho: ese que viene por ahí toma desayuno con diamantes y en lugar de pastillas para la tos traga monedas de cinco duros".
En su juventud había sido bizarro militar. Luego, como embajador, fue siempre extraordinario, no tanto por su cargo como porque gastó su inmensa fortuna en proporcionar inusitado esplendor a sus representaciones diplomáticas. Siendo embajador en Rusia tenía absorto a los opulentos moscovitas. Los riquísimos grandes duques, asombrados, se persignaban según el rito griego al contemplar los derroches de aquel don Mariano Téllez  Girón y Beaufort, duodécimo duque de Osuna, que no paró en grandiosos delirios hasta darle enviada al mismísimo Zar.
En efecto, un día mandó poner a todos sus caballos, que eran más de un ciento, herraduras de plata. Y una noche apareció en un baile de Corte tan cuajado de brillantes, que el fulgor de esas piedras preciosas  duplicaba en el salón las luces de las arañas, lámparas y candelabros. Terminó arruinado.

Antonio Espina
Las tertulias de Madrid
Simplemente Mariano 

jueves, 6 de septiembre de 2012

EL DUQUE DE SESTO (ALCALDE DE MADRID)

El duque de Sesto fue  amigo de Alfonso XII con el que gastó el dinero a manos llenas hasta verlo en el trono de España. Luego todos fueron ingratos con él, incluso el Rey. Canovas del Castillo que a otros colaboradores de la Restauración les permitió levantar grandes fortunas o redondear las que tenían, haciendo la vista gorda sobre sus chanchullos, o bien otorgándoles fructíferos cargos y oportunidades en Ultramar, no hizo nada por Sesto. Ni siquiera la vista gorda. Al final le tocó la "pedrea" de ser alcalde de Madrid(1857-1864).El duque de Sesto era Rechoncho, maduro, elegantón, adornaba su rostro inexpresivo unas patillas semejantes a las de Don Alfonso, negras teñidas. 

El duque era bonancible y frívolo. El día de la toma como alcalde de Madrid, su ayuda de cámara le tendió la chistera, la capa de etiqueta y los guantes, y el secretario del duque tomó el bastón  que había de serle entregado al nuevo alcalde en el momento oportuno. Este bastón, propiedad del prócer, eran un palasan con bola de oro, contera de lo mismo y unos hermosos brillantes en el cerco de la empuñadura. El día anterior le habían puesto las borlas adecuadas para convertirlo en bastón de mando. El duque se sentía feliz a la puerta de su palacio, que estaba situado donde hoy está el Banco de España y, abordo de una elegante berlina tirada por unos brioso tronco de caballos partió a la Casa de la Villa. En el despacho del Alcalde rodeado de los concejales recién nombrados entre abrazos, jolgorio, apretones de manos y vivas al Rey su bastón desapareció para siempre. ¡Se lo habían robado!
Murió en un hotelito de pequeña traza, arruinado olvidado y en silencio, el alfonsino que más hizo por la restauración. 
Antonio Espina
Las tertulias de Madrid

Coplilla dedicada al duque de Sesto cuando sacó un bando en el que se prohibía mear bajo la multa correspondiente.

¡Cinco duros por mear!
caramba qué caro es esto.
¿Cuanto querrá por cagar 
el Duque de Sesto?

Alfonso XII y el Duque de Sesto

miércoles, 5 de septiembre de 2012

EL DE DELANTE

VA siempre delante. Manos a la espalda,
indeterminado. Viste de oscuro
Avanzo, avanza.
Paro, para.

Va siempre delante.
Silueteado en mancha.
Va siempre delante.
(Es el de delante.)

Nunca le adelanto. Ni por esos campos.
Ni por estas calles. Surge del asfalto.
De la lunería
de un escaparate.

Le crucé en su duelo. Se cruzo en mi duelo.
-Señor mío-                     -Señor mío-dijo.
Él no dijo nada.           Yo no dije nada.

(¡Oh, el adelantado que jamás se alcanza!)
Al que nunca alcanzo,
pues si avanzo, avanza
y si paro, para.

Va siempre delante
su luctuosa mancha,
va siempre delante.
(Es el de delante)

!Sombras en el muro!

Antonio Espina
Poesía completa y epistolario
Calambur, 59, Madrid, 2006




sábado, 1 de septiembre de 2012

CARLOS III Y FAMILIA

El día 9 de Noviembre de 1759 hizo su entrada en Madrid Carlos III. Madrid tenia unos doscientos mil habitantes y era una ciudad descuidad, falta de los más elementales servicios urbanos, polvorienta y sin más edificios notables que el Palacio Real. Carlos III venia de Nápoles donde había dejado muestra de su buen gusto y espíritu renovador.
Los monumentos arquitectónicos más bellos que hay en Madrid se deben a Carlos III, entre ellos El Museo del Prado, La puerta de Alcalá y el Jardín Botánico. Madrid experimentó un cambio extraordinario, desvaneciéndose las notas tétricas y enlutada del estilo de los Austrias y sustituyéndolas por el optimismo Italiano y francés que dieron origen  a la alegría del pueblo. Puso farolas en la vía pública, recortó alas de sombreros y vuelos de capas; estableció la institución de los serenos y pavimento con baldosas y adoquines las rúas de la ciudad.
De mala calidad fue su descendencia, desde su hijo Carlos IV, falto de razón, pasando por el "Narizota, cara de pastel" como era conocido Fernando VII, hasta nuestros días con el cazador de elefantes y familia. Los del Triangulo*, intentaron asesinar al Narizota en una casa de citas. La mujer de éste, María Cristina me quiere gobernar, tampoco perdía el tiempo y tenía de amante a Fernando Muñoz duque de Riánsares, con el que se casó cuando el Narizota la palmó. Así, como no iba a salir pendona Isabel II.

*La del Triangulo era una agrupación clandestina dirigida por Vicente Richart, abogado catalán. Se llamaba del Triangulo porque sus afiliados formaban una cadena compuesta por eslabones de tres personas.

PD para confeccionar este Real Show, estoy leyendo con sumo placer, La tertulias de Madrid y el Cuarto Poder de Antonio Espina.

  

viernes, 31 de agosto de 2012

EL HOY DE NUESTRO GOCE

¿No comprendes
que las horas amargas vuelven siempre,
y el minuto feliz siempre va huyendo?
El hoy de nuestro goce
es el bello mañana del recuerdo.

Antonio Espina



jueves, 30 de agosto de 2012

VANIDAD

            Ser humo.
Pero salir por las rendijas y disiparse
y salir por la chimenea sin que nos vean.

           Ser agua.
Pero ¿dulce y prisionera en la cañería?
o ¿amarga y abandonada en el mar?

            Ser idea.
Pero fuera del cerebro ¿a quién importa?
y dentro
¿para qué sirve?
             Es verdad.
             No es verdad.

Antonio Espina


viernes, 24 de agosto de 2012

CONCÉNTRICA II

EL sol es perseguido de cerca por el horizonte.
Envíen Guardia Civil.
Ya casi no queda tarde.

Antonio Espina