domingo, 13 de mayo de 2018

DEJAR QUE ACTÚE LA JUSTICIA

UNA VEZ fui el demandado en un juicio que se convirtió en dos por la incompetencia de la juez. Las alegaciones previas de mi abogado fueron denegadas. "Señoría no olvide que por encima de usted hay instancias superiores". Las sentencias de primera instancia fueron corregidas por la Audiencia Provincial de Oviedo.

T, QUE SABIA  más que la juez, me advirtió: "una cosa es que tengas razón y otra que te la de". La juez me dio la razón pero concedió cosas que los demandantes no habían pedido. Fueron por manzanas y les dio peras. Si su señoría hubiera seguido las enseñanzas de Ana Botella nunca hubiera mezclado peras con manzanas.

UN DÍA ASISTÍ a una conversación telefónica entre mi abogado y el de la parte contraria que se zanjó cuando los demandantes no se avinieron a razones: "adelante, nosotros vamos a cobrar igual". Entonces comprendí que vale más un mal acuerdo que una buena sentencia o como diría Benito Pérez Galdós: "El dinero lo gana todo aquel que con parsimonia y fina observación va detrás de los que lo pierden".

BORGES TRAS UNA conversación con el mejicano Arreola: "Muy interesante pude introducir unos sabios silencios". Cuando veo a C. me camuflo entre las baldosas de la acera. La conversación consiste en un monólogo y, si por casualidad, pregunta algo, no le interesa la respuesta. La respuesta es la pregunta.

CUANDO Z. ENFERMÓ fuimos a ver al oncólogo que la atendía para pedirle unas muestras y acudir con ellas a Pamplona. Al médico no le gustó, pero nos las dio acompañadas de estas palabras "La gente acude a la sanidad privada y a morir a la pública". Así ocurrió. G. era un magnifico profesional muy alejado de lo que vimos en La Clínica de la Universidad de Navarra. La sanidad pública no hace negocio con la muerte.

CUANDO LOS TORRES GEMELAS se hundieron llamó la atención los pocos escombros que quedaron en la Zona. Las dos torres tenían una estructura de cristal y acero, el resto era aire para aprovechar los espacios. Eran dos edificios con mucha alma y poco cuerpo. El cuerpo del delito. 



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