viernes, 22 de septiembre de 2017

¡VIVA CATALUÑA! O ¡VIVA ESPAÑA!

A los dos años del famoso mitin de la Plaza de Toros Azaña entraba en Barcelona entre aclamaciones delirantes. Los catalanes, enardecidos, rodeaban el coche en que iba el presidente del Consejo acompañado del primer Presidente de la Generalidad y vitoreaban enardecidos al hombre que iba a llevarles su estatuto. Yo no he oído nunca una ovación tan impresionante como la que los catalanes tributaron a don Manuel Azaña cuando éste se asomó al balcón de la Generalidad en la mañana del día 24 de septiembre de 1932. Y Azaña les dirigió la palabra tranquila y serenamente. Estaba emocionado: pero conservaba la cabeza fría, y por eso no hizo nada de lo que suele hacerse para halagar  a la multitud, sino todo lo contrario. A aquellos catalanes enardecidos que le aclamaban les habló de Castilla con un amor y con una emoción tan grandes, que ellos comprendieron inmediatamente todo el valor de lo que aquel castellano viejo había hecho por una región que no era la suya. Y sin que les halagase en su discurso lo más mínimo, le aplaudieron cada vez con más firmeza. Al terminar el discursos, y cuando todo el mundo esperaba el ¡Viva Cataluña! de rigor, Azaña solamente dijo:
-Catalanes: ¡Viva España!
Fue un momento de angustia para los que estaban detrás de él en el balcón de la Generalidad. Poca gente se había atrevido a gritar así, a cuerpo limpio, un ¡Viva España! ante una muchedumbre de catalanes enardecidos. Pero aquella inquietud duró solamente una fracción de segundo, porque los catalanes contestaron aquel viva con toda su alma. Aquel gesto valiente y lleno de dignidad fue uno de los más grandes éxitos del político don Manuel Azaña.

CRÓNICAS DE LA REPÚBLICA
Josefina Carabias
Manuel Azaña  y Frances Macia en el balcón de la Generalitat

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