jueves, 3 de agosto de 2017

DIARIOS (IÑAKI URIARTE)

Estando en Zaragoza ejerciendo de abuelo canguro me acerco a la librería Cálamo, Plaza San Francisco, en busca del frío perdido. Con cuarenta grados al sol estaba a punto de cometer un atraco a mano armada con tal de que me mandaran a la sombra de Soto del Real. Ojeando en una de esas librerías con encanto, según El País (la Biblia), me tropecé con los tres diarios de Iñaki Uriarte y cambie de idea, en lugar de un atraco me daría un atracón. De lectura. Me acordé que tenia dos nietos aparcados en el parque de enfrente y salí corriendo no fuera a ser que me los llevara la grúa. Con mi compra debajo del brazo regresamos en un tranvía llamado deseo a Valdespartera. Cada día me parezco más a Juan Cruz hablo más de mi que del tema en cuestión que no es otro que los diarios de Iñaki Uriarte,y, aunque no lo parezca, es de lo que trata esta entrada. Iñaki Uriarte es un señor de San Sebastián nacido en Nueva York. Manda huevos, parece de Bilbao. Tiene tres diarios que para los amigos de lo ajeno son una delicia. Sí, que nadie se escandalice, a fin de cuentas cuando lees un diario te estás metiendo en vida ajena. A uno le interesa más lo que se escribe que quien lo escribe, aunque en el caso de los diarios es inevitable enterarse de la vida y milagros del autor. Eso es lo que pasa con los de Iñaki Uriarte. Entre Los Desnudos y los muertos transcurren los apuntes de Iñaki. Al que le gusten los diarios y quiera olvidarse del calor, entre la menopausia y el cierzo estoy que lo vierto, que se compre los libros de Iñaki. Están a un precio relativamente barato en Pepitas de Calabaza ed. No confundir con Pepita de Mallorca. El precio después de esta crónica va a subir como la espuma. Así termina el tercer tomo, ya veréis como mola. Qué iluso, me creo que esto lo va a leer alguien.
TERMINA DICIEMBRE DE 2010 el mes durante el que menos líneas he escrito desde que comencé estos archivo. Propósito de enmienda. Escribir algo cada día. Es absurdo el miedo que le he tomado a escribir. Como si cada línea que yo escribiera fuera a ser leída, escrutada y juzgada por todo el mundo...Copiar citas, contar cosas que me afectan, escribir bobadas, banalidades, mis banalidades, pues sé que puedo haber leído veinte mil palabras en un día, pero me voy más contento a la cama si he apuntado en cualquier sitio una mía.

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