viernes, 30 de septiembre de 2016

UNO DE LOS DOS

Llegará el día en que uno de nosotros escuchará
en vano esperando oír la voz que ha enmudecido.
Las auroras perderán color, las tardes palidecerán y las sombras se oscurecerán
mientras unos ojos tristes acechan unos pies que nunca vendrán.
Uno de nosotros dos deberá en algún momento enfrentarse con la vida
solo con los recuerdos que no hacen más que agudizar el dolor.
Y estos dulces días resplandecerán en la distancia,
como sueños de auroras de verano en noches de lluvia.
Uno de nosotros dos, con el corazón torturado y medio deshecho,
leerá, a través de amargas lagrimas, cartas atesoradas largo tiempo,
besará con labios atormentados cada preciado recuerdo
que habla de estos deliciosos años coronados de amor.
Uno de nosotros dos descubrirá que toda la luz, toda la belleza,
toda la dicha de la tierra, no es más que un cuento concluido;
sabrá que en lo sucesivo la vida no será más que un deber.
¡oh, Dios! ¡oh, Dios! Ten piedad de ese.

Ella Wheeler Wilcox, (1850-1919)

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