Cinco curas son apartados en una lejana casa junto a la orilla del mar, una especie de cárcel espiritual donde deben de purgar sus pecados. La Iglesia los esconde. Al cuidado de ellos está una monja, la cara amable de la maldad. Una victima, Sandokan, descubre entre los "curitas" al pedófilo que abusó de él en su juventud y aquel no lo puede aguantar y se pega un tiro delante de la victima. La jerarquía católica manda a un sacerdote con la misión de averiguar lo que pasó y cerrar la casa. La película te hace remover de angustia y desazón en la butaca con las historias que van saliendo a la luz de la investigación. Los paisajes desolados y brumosos de la costa hacen más angustioso todo lo que ocurre alrededor de los protagonistas. El único vinculo de unión entre ellos y el mundo es un galgo con el que participan en las carreras del pueblo. El final de la peli, qué por su puesto no voy a contar, es un castigo. "En el castigo llevaron la penitencia". Película no apta para todos los públicos.
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