miércoles, 24 de junio de 2015

UN PUEBLO POBRE ES UN PUEBLO DE ESCLAVOS

Un pueblo pobre es un pueblo de esclavos. No puede haber independencia ni fortaleza de espiritu en quien se siente agobiado por la miseria del medio.
El labriego, el artesano, el pequeño propietario, que pierden sus cosechas o las percibe escasas tras largas penalidades, que viven en casas pobres y visten astrosamente, sienten sus espíritus doloridos y se entregan- por instinto, por herencia- a estos consuelos de la resignación, de los rezos, de los sollozos, de las novenas, que durante todo el mes, durante todo el año, se suceden en las iglesias sombrías, mientras las campanas plañen abrumadoras.
Y habría que decirles que la vida no es resignación, no es tristeza, no es dolor, sino que es goce fuerte y fecundo; goce espontáneo, de la Naturaleza, del arte, del agua, de los árboles, del cielo azul, de las casas limpias, de los trajes elegantes, de los muebles cómodos...Y para demostrárselo habría que darles estas cosas.
Azorín.
 El Globo, 25-II-1903

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