miércoles, 29 de abril de 2015

ROMA

Si uno se parara un minuto en cada obra expuesta en los Museos Vaticanos tardaría doce años en verlas todas. Los museos Vaticanos y la Capilla Sixtina, El Coliseo con el Palatino y el Foro, y, La plaza del Vaticano con la Basílica de San Pedro son visitas obligadas y de pago. En esta última solo es de pago el ascensor, pero a cambio, tendrás la ciudad a tus pies. En los museos si consigues más de diez personas haces un grupo lo que ahorra tiempo y dinero. La visita al Coliseo es conjunta con el Palatino y el Foro. Para sacar las entradas se forman grandes colas en las taquillas de Coliseo, en cambio, en la otra, la del Palatino, no suele haber nadie. Lo más impresionante son el Coliseo y la Capilla Sixtina. En la Basílica de San Pedro no te puedes perder la Piedad de Miguel Ángel y el Baldaquino de San Pedro, obra de Gian Lorenzo Bernini.
Cerca del Coliseo se encuentran la Basílica de San Pietro in Vincole con el Moises de Miguel Ángel. El circo Máximo (solo una explanada). En el pórtico de Santa María in Cosmendi la Bocca della Veritá, famosa por la pelicula Vacaciones en Roma y en El Aventino está el Jardín de los Naranjos, en el portón de entrada a la Orden de Malta, mirando por la cerradura, verás un encuadre perfecto de la cúpula de San Pedro entre cipreses. La plaza del Campidoglio, donde se encuentra el ayuntamiento. La plaza de Venecia con el Palacio del mismo nombre y el balcón desde donde echaba los discursos Mussolini.
Callejeando por el centro histórico de Roma: El Campo dei Fiori, Plaza Navona, El Panteón de Agripa, construido por Adriano. Santa María Sopra Minerva, la única Basílica gótica de Roma, en la plaza se encuentra el Elefantino de Bernini. La Fontana de Trevi, El Quirinal, La Plaza España, La Piazza del Popolo. Cerca de la Estación de Termini, en la Plaza de La República, una de las sorpresa, Santa María de Los Ángeles y Mártires, construida por Miguel Ángel en las ruinas de las Termas de Diocleciano. Sorprendente por dentro y con un meridiano solar. Un agujero por el que entra la luz solar cae en un punto variable de una linea de bronce trazada en el suelo y con los signos zodiacales en el mármol que van marcando las diferentes estaciones del calendario Gregoriano.




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