viernes, 10 de abril de 2015

EL BALCÓN EN INVIERNO

En cada instante, en cada frase, en cada suspiro, en cada pequeño acontecer, lo trivial y los misterioso van a partes iguales. Eso es todo, y no hay más que contar. Un grano de alegría, un mar de olvido. 
Así termina el Balcón en Invierno. Un grano de alegría en un mar de olvido es esta hermosa novela de Luis Landero. Dentro de unos años cuando hayamos muertos y no quede de nosotros ni el olvido, siempre quedará El Balcón en invierno. Antiguamente la gente dominaba el arte de contar y la familia de Luis Landero eran unos malabares de la palabra. Aquellos dichos y relatos fueron los libros que no tuve. Cuando todo se acaba y estamos a punto de salir del tiempo, Luis Landero, nos hace evocar recuerdos de nuestra infancia, recuerdos perdidos, que como muy bien dice el autor, estaban flotando a la deriva en la noche de los tiempos.   
Y aunque todas las estaciones tenían su encanto, ninguna podía comparase al verano. Era una época de libertad, casi de impunidad. Los días eran largos, las noches claras, había mucha gente yendo y viniendo por los caminos y veredas, las cuadrillas de segadores se desplegaban con sus camisas blancas y sus grandes sombreros de paja por los trigales amarillos, y uno podía vivir a su albedrío, subirse a los árboles, bañarse en la alberca, cazar ranas y grillos, perseguir perdigones, correr y correr sin cansarse jamás, incluso bajo el sol implacable de la siesta, el joven corazón invencible enamorado de la vida como quizá no volvería a estarlo ya nunca.

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