sábado, 6 de diciembre de 2014

CIPRIANO RIVAS CHERIF

Rivas Cherif era hijo de un abogado y procurado de Valladolid, que se llamaba don Mateo Rivas Cuadrillero y de una señora que descendía de cierto hijo o nieto de un sultán de Marruecos que se había convertido al catolicismo. A pesas de su ascendencia la madre de Rivas Cherif era blanca y distinguida. El padre tenía peor aspecto. Era un viejo pequeño, con cabeza gruesa, grandes orejas, que hablaba el castellano bueno de su tierra, pero con algo de nasalización o gangueo como de "vejete" de comedia antigua. Rivas Cherif era amigo intimo de Azaña desde época muy temprana, tenía once años menos que Azaña, pero había sido muy precoz pues a los dieciséis años, en 1907,  había empezado a escribir. Era un hombrecito delgado, no muy alto, rubio, con ojos azules o claros,y gafas, muy sonriente, con pinta de señorito de la burguesía madrileña, pero con más movilidad ratonil que la común en los señoritos y gestos un poco afectados. Lo menos parecido que podía haber a Azaña, que era alto, abultado, fofo, con una cabeza grande, la tez pálida, los ojos muy entornados bajo grandes párpados y una expresión medio displicente,medio cansada. Su voz era un poco chillona o estridente, como la tienen muchos hombres de Castilla; pero en general hablaba poco, accionaba menos y parecía no escuchar con frecuencia.Mi tío Pío conocía a Rivas desde que había estado en un jurado en que le habían premiado algo. Creía que era un "señorito" y nada más. De Azaña, al que no se si trató mucho antes tenía una idea más bien mala; pero, esencialmente, le resultaba antipático. Azaña, por su parte, no tenía tampoco simpatía por mi tío, ni por ninguno de los escritores de su misma época, salvo Valle-Inclán. Podía sospecharse que allá por el 20, cuando no era conocido más que de poca gente y cuando ya tenía muy alta idea de sí, las grandes famas literarias del momento le resultaban molestas. El caso es que Azaña fundó La Pluma, en ella colaboró Valle y también mi tío Ricardo y que aquella revista quiso ser como una réplica a las que dirigió Ortega. Valle, Azaña, Rivas vivirán obsesionados por el teatro.

Los Baroja
Julio Caro Baroja


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