martes, 15 de abril de 2014

RAQUEL MELLER y (2)

En el año 1937 La Meller tenía tres casas; la de Niza, la de Versalles, con cuadros de Picasso, Renoir y Matise y el piso de Lauria. Se había casado otra vez con el millonario judío Edmond Saiac. Yo tenía cinco años (1962) cuando fui con mi madre y mi abuela al piso de Raquel Meller, que moriría a finales del verano siguiente. Era una tarde de invierno, cielo lívido, luz lechosa. Caminamos entre árboles ralos mutilados. El piso de Rosellón era grande y oscuro y olía a orín de gato, pero no recuerdo haber visto a ninguno. Ya solo le quedaba ese piso porque el fisco francés le había expropiado las mansiones de Niza y Versalles. Abrió la puerta la mujer que le había dicho que no a Chaplin cuando le propuso protagonizar Luces de la ciudad, la mujer que había recorrido Estados Unidos durante ocho meses en un tren privado con tres cocineros y cientos de baúles, la mujer que sentó en su mesa a los reyes de Europa, la artista española más famosa de su tiempo. Una mujer gorda, de cara hinchada, cabello blanco con flequillo, que parecía una criada o la portera del edifico, y avanzó con dificultad, tambaleándose, y abrazó a mi abuela como si fuera su hermana.
UN JARDÍN ABANDONADO POR LOS PÁJAROS
MARCOS ORDÓÑEZ
El aleph editores

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