jueves, 10 de abril de 2014

RAQUEL MELLER (1)

El último cuplé, de Juan de Orduña, fue una biografía apenas encubierta de Raquel Meller, que se puso como una hidra cuando supo que su encarnación fílmica sería Sara Montiel, a la que consideraba culibaja en extremo y chillona cual gato martirizado. 
Carlos Vázquez retrató a Raquel Meller cantando El Relicario, vestida de luto, con mantilla española, sobre fondo negro, en plan trágica. Raquel se llamaba Paquita, pero no queria que nadie la llamara así, ni los más íntimos. Tomó el apellido artístico de su primer amor, un joven marinero belga, Peter Moeller. 
Empezó desde abajo, en un taller de costura del Poble Sec, cobrando doce pesetas a la semana, y cuando cantó en la Imperio, que entonces era la sala de la aristocracia de Barcelona, ya cobraba doscientas cincuenta al día. El Palacio de Cristal, el Salón Madrid, el Trianon, Raquel cantaba para Alfonso XII y la reina Victoria Eugenia. Si quiere escucharme cantar el Ven y ven, majestad, le dijo, ya sabe dónde me encontrará: en el Trianon cada tarde y cada noche. En Francia ganó más que Gardel y Chevalier juntos. Nombres arcanos que se fueron haciendo poco a poco familiares. Gardel tenía más voz que Chevalier y era muy buen mozo, pero Chevalier era mucho más campechano, y hablaba en catalán con las floristas de las Ramblas. El maestro  Padilla compró un castillo con el dinero que le dio El relicario . Y Sarah Bernhardt dijo de ella que era la segunda mejor actriz del mundo. En Francia se casó con Gómez Carrillo, que era diplomático. La Mata-Hari estaba enamorada de él, pero él prefirió a la Raquel. El padrino de boda fue Pota Ranca, dijo mi abuelo. El Pota Ranca era el conde de Romanones.

Un Jardín Abandonado por los Pájaros.
Marcos Ordóñez


1 comentario:

  1. Estas memorias de Marcos Ordoñez me gustaron un huevo y la yema del otro.

    ResponderEliminar