lunes, 16 de septiembre de 2013

EL VENDEDOR DE HUMO

Daniel Romero Kaup cuenta en la sección del diario El País desayuno con... que tiene una empresa de venta de palabras ajenas. Yo, que si no hago lo que leo me meo, pongo en venta mi talento pero antes tengo que saber la cantidad de inteligencia que tengo. El vendedor de cigarros de la novela Smoke de Paul Auster primero pesa el cigarro y, una vez consumido, resta colilla y ceniza, la diferencia es el peso del humo. Me encierro en el baño y antes de mear pongo la cabeza sobre la bascula, una vez restados pelos y señales no queda nada de nada.  Cuando estoy de cubito supino y apunto de dormirme entra mi mujer "pero bueno, que haces ahí tirado como una colilla". Pues ya ves, recoger la ceniza que me quedó después de pesar mi talento. "¿Y el humo?". Ya lo vendí.
Mientras nos pasábamos el cráneo de mano en mano, oímos un débil traqueteo dentro de la caja osea. Enfocando con una linterna a la base del cráneo y mirando por el orificio donde debería estar anclada la médula espinal, divisamos un objeto pequeño, reseco y encogido del tamaño aproximado de una pera chiquita rodando de acá para allá. Era el cerebro reseco del zar Nicolas II.
Los muertos también hablan
William R. Maples

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