jueves, 30 de mayo de 2013

LA MELANCOLÍA (GRABADO DE DURERO)

Con el mismo brillo que el blanco de sus ojos, relucía al fondo el mar y el cielo, en las alas abiertas de un murciélago, estaba escrito el titulo del grabado. Había un cometa de resplandor maravilloso que pronto iba a desaparecer del cielo de la Melancolía.  En la lejanía, a orillas de la gran superficie del agua, se vislumbraba una ciudad. Allí estaba el resto del mundo, allí estaban los demás , pero la Melancolía quedaba a este lado, aislada,sola. Se servia de dos cosas para combatir su aflicción: detrás de ella colgaba un amuleto de forma cuadrada con dieciséis números, que debían de atraer los poderes curativos de Júpiter para superar las influencias dañinas de Saturno, que suelen fomentar la angustia. Junto al amuleto había un reloj de arena, una campanilla y una balanza. La mitad de la arena del reloj había bajado, los platillos de la balanza estaban equilibrados, la campanilla se encontraba inmóvil, como si de un momento a otro pudiera dar la última hora. O tal vez el tiempo se había parado y la arena del reloj había dejado de correr. El equilibrio de la balanza de los platillos indicaba que daba lo mismo, que nada tenía sentido y que la campanilla no tenía por qué sonar.
La Melancolía estaba sentada junto a un edificio inconcluso, rodeado de sus instrumentos, mirando al vació como si estuviera a punto de dejarlo todo, como si algo le hiciera pensar en que jamás llegaría a acabar la construcción. Había una escalera apoyada en el muro, al pie de la escalera se encontraba un bloque de piedra: ¿acaso la Melancolía tenía que subirlo por esa escalera? Pero el bloque de piedra estaba todavía sin labrar. Alrededor de la Melancolía había una serie de útiles de cantería y carpintería, pero todo aparecía abandonado, ella sabía que jamas acabaría su obra, que todo era en vano, que en este mundo absolutamente todo carecía de sentido, que estaba dominado por la sin razón. Aquella construcción emprendida por la Melancolía  era, en realidad, su vida, la vida que indistintamente de cómo se viviera o de cómo se organizara quedaría inconclusa, vivida en balde. ¿La balanza estaba allí porque se tenia que pesar los materiales de la construcción o porque simbolizaban la necesidad de medirlo todo, de sopesarlo todo constantemente, o representaba la eterna vacilación? Vivir o no vivir: ése era el problema que planteaba el grabado, con aquel rostro hundido en la sombra y el blanco chispeante de sus ojos. La Melancolía del grabado de Durero tenía alas, pero a nadie se le ocurriría que pudiera volar, no le servían siquiera de ornamento. A lo mejor las tenía para que su andar fuera más penoso, para que le pesara como una carga enorme, para recordarle que pudo haber volado, pero que ya era demasiado tarde.


LA HERMANA DE FREUD
GOCE SMILEVSKI

No hay comentarios:

Publicar un comentario