domingo, 11 de noviembre de 2012

SAN PETERSBURGO

Pedro I quiso crear un puesto o punto avanzado hacia Europa y creó un emporio de belleza y opulencia. Lo primero que mandó construir en 1703 fue la fortaleza de Pedro y Pablo, eje de otras construcciones que la rodearon. Para levantar éstas llamó a célebres arquitectos italianos y franceses y a los mejores rusos, que planearon entre marismas lujosos edificios de piedra con difíciles cimientos; recibió el nombre de ciudad de San Pedro  y tanto era el afán constructor que en 1712 el zar se instaló allí aunque la ciudad tenía una organización precaria, y un año después es nombrada capital del imperio. Su construcción exigió victimas y miles de campesinos llevados a trabajar a la fuerza perecieron entre los cimientos y los hielos que invaden la región ya en el mes de octubre.
A lo largo del siglo XVIII, San Petersburgo se fue engrandeciendo con decenas de mansiones, cuarteles e iglesia, peculiar obra del absolutismo, cuyos zares, aunque se sucedían entre brutales crímenes e intrigas palaciegas, no cesaban de ordenar construcciones y atraer famosos arquitectos extranjeros  Se creó el Palacio de Invierno, la Bolsa, la Academia de Ciencias, la catedral de Nuestra Señora de Kazán, se encauzaron canales y se tendieron puentes solídisimos.
En 1900 era una capital de considerable extensión, en la que se centralizaban las grandes fortunas del país, con toda suerte de diversiones de alta calidad, restaurantes y hoteles magníficos y comercios donde se vendían los productos más caros , iglesias y museos de excepcional riqueza, una intensa vida musical y científica,  comunicaciones aseguradas por siete estaciones de ferrocarril y un activo puerto.

Juan Eduardo Zúñiga
Desde los bosques nevados
memorias de escritores rusos 
Palacio de Invierno

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