viernes, 28 de septiembre de 2012

ROMANCE

LOS ecos de la verbena
se los llevó la alborada
sobre sus caderas finas
de sangre, de oro de nácar.

Está la noche borrosa.
Están tocando campanas.

Que es domingo, niños, hoy;
vamos a misa de alba.

Caerán los golpes de pecho
sobre la roja mirada
de aquel clavel incendiado
en tu corazón de plata.

Y dirás:"Señor, perdón"
con la vocecita clara
con que dijiste: "te quiero"
cuando la luna alumbraba.
Y pensarás: "¡Oh! Dios mio,
tú el señor y yo la esclava",
como pensaste en la noche:
"!Tú el amado y yo la amada!"

José Antonio Muñoz Rojas


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