lunes, 10 de septiembre de 2012

LA CLARIDAD DE LA MAÑANA


Yo sólo soy una pobre lamparilla de aceite;
cuya turbia llamita se hace notar apenas.
Tú eres de la mañana la claridad enorme
que todo lo ilumina y de esplendor lo llena.
Mi pobre lucecilla se eclipsa ante su brillo.
Pero yo no me quejo; me eclipsaría yo mismo.
Tú eres de una belleza suprema, inexpresable.
¿Dónde morir mejor que en tu esplendor radiante?


Hafiz (Mohammed Schemsu-d-din)
gaceles


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