jueves, 20 de septiembre de 2012

JOSÉ ECHEGARAY (1)

Don José Echegaray, arrebujado en su gabán de pieles, incluso en primavera y a pesar de la potente estufa del saloncillo, permanecía en su sillón charlando de todo y con todos. Su cabeza calva emergía inquieta del gabán. Brillaban sus lentes y se agitaba su perilla, acariciada por la mano nerviosa en la que fulgía un rubí. Don José, pequeño y microcéfalo gustaba de hacer gala de su ingenio. Su cráneo muy pequeño, con una marcada protuberancia en todo lo alto de la bóveda, sorprendía a cuantos veían al personaje por primera vez. De niño padeció una especie de demencia precoz  que alarmó a la familia y a los médicos. Pero todo quedó en psicosis pasajera. Al reponerse de ella empezó a asombrar a todos con sus prodigiosas dotes  para el estudio de la matemáticas, sabiduría que le llevó a ingresar en la Escuela de ingenieros de Caminos y a obtener, todavía muy joven, su titulo ingenieril. A los treinta años de edad Echegaray se hizo político. Diputado en las Constituyentes del 69, revelose como orador grandilocuente. Llegó a ministro y, siéndolo de Hacienda, estreno su primera obra teatral, El libro talonario. Cuando le concedieron el Premio Nobel, en 1904, terminaba su larga trayectoria de autor teatral pródiga en éxitos clamorosos, entreverada de algunos fracasos de no menor estruendo. Su caída fue rápida. Y definitiva. Encargaronse de darle cumplida, ya que no cristiana, sepultura los de la troupe del 98.
Las Tertulias de Madrid
Antonio Espina

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