miércoles, 15 de agosto de 2012

¡MÁS LIBROS!

"¡DIOS!", dijo, "cuando le vendes un libro a alguien no solo le estás vendiendo doce onzas de papel, tinta y pegamento. Le estás vendiendo una vida totalmente nueva. Amor, amistad, humor y barcos que navegan en la noche. En un libro cabe todo, el cielo y la tierra, en un libro de verdad quiero decir. ¡Repámpanos!  Si en lugar de librero fuera panadero, carnicero o vendedor de escobas correrían a su puerta  a recibirme ansiosos por mi mercancía. Y heme aquí, con mi cargamento de salvación eterna. Sí, señor, salvación para sus pequeñas y atribuladas almas. Y no vea cómo cuesta que lo entiendan. Sólo por eso vale la pena. Estoy haciendo algo que a nadie se le ha ocurrido hacer desde Nazareth, Maine, hasta Washington. ¡Es un nuevo campo, pero vaya si vale la pena! Eso es lo que este país necesita: ¡más libros!".
El hombrecillo se burló de su propia vehemencia. "¿Sabe una cosa? Es cómico", dijo. "Incluso los editores, los tipos que imprimen los libros, no se dan cuenta de lo que estoy haciendo por ellos. Algunos se resisten a darme crédito porque vendo los libros  por lo que valen y no por los precios que ellos les ponen. Me escriben cartas sobre las políticas de los precios fijos y yo les respondo hablándoles de la política del mérito fijo. Que publiquen un buen libro y verán como lo venden a buen precio. ¡Eso les digo! A veces creo que nadie sabe tan poco de libros como los propios editores. Aunque supongo que es algo natural. La mayoría de maestros de escuela no conocen bien a los niños"

 La librería ambulante
Christopher Morley

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