viernes, 10 de agosto de 2012

LARGA CUERDA DE HUMANIDAD

Himmler: Así que es usted herr Rumkowski, el famoso judío rico de Litzmannstad.
Rumkowski: Soy rico, herr Reichsfüher, porque tengo a todo un pueblo a mi disposición.
Himmler: ¿Y qué hace usted con su pueblo, herr Rumkowsk?
Rumkowski: Con mi pueblo estoy construyendo una ciudad de trabajadores, herr Reichsführer.
Himmler: Pero esto no es una ciudad de trabajadores...¡es un gueto!
Rumkowski: Esto es una ciudad de trabajadores, herr Reichsführer.; y mientras estemos en deuda con ustedes continuaremos trabajando.

Cuando el Presidente pidió que el gueto fuera ampliado, para evitar la miseria social y las pésimas condiciones  sanitarias. El alcalde  de la ciudad de Lóndz, Werner Ventszi se inclinó hacia delante desde la elevada tarima en la que se hallaba sentado con el Amtsleiter Biebow  y formuló una solemne promesa:
Se hará como usted desea, Rumkowski. El gueto será ampliado.
Se ampliará con veinte mil nuevos judíos. Berlín ha decidido mandarlos procedentes tanto de los antiguos territorios del Reich como de los recién anexionados.
¡Veinte mil más de los suyos, Rumkowski!
No podemos permitir que su gueto sea mayor que eso.

Desde su atalaya en el tejado de la fábrica de ladrillos, Adam Rzepin veía cómo llegaban al gueto los judíos "extranjeros". Millares de personas en una sola fila, como una cuerda extendida sobre la baja línea del horizonte. Por encima de esta larga cuerda de humanidad, el cielo de octubre se arqueaba inmenso y desolador sobre la planicie. En un momento se veía raso y de un azul casi hiriente, al siguiente estaba encapotado por unos nubarrones negros que se formaban a gran velocidad. Y unos momentos más tarde, la laboriosa hilera de gente se había perdido en la oscura masa de nubes como engullida por ella. Cuando los recién llegados volvían a emerger, su equipaje, la ropa que llevaban puesta, todo estaba cubierto por una fina capa de nieve.

El imperio de las mentiras
Steve Sem-Sandberg




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