miércoles, 25 de julio de 2012

EL ACOMODADOR

HABÍA sido acomodador
en el María Cristina,
en la época de mayor apogeo
de las salas de cine,
cuando las colas que se formaban
para entrar a ver
cualquier callu de película
daban la vuelta a la esquina,

vestia uniforme de color granate,
con hombreras y botones dorados

para los chiquillos
siempre tenía a mano
llambeduras (golosinas)
y para sus hermanas y sus madres
risas, guiñós y flores

después el ocaso, la ruina padre;
el cierre de las primera salas
de arte y ensayo,
la progresiva desaparición del resto,
el retiro en el teatro Arango
y desde hace unos días,

la ambulancia,

la ambulancia en el portal de su casa,
mientras él
da gritos y alaridos
al otro lado del tabique
que separa su cuarto del mío,

en una sala a oscuras,
la película a punto de empezar
y la luz de una linterna
que ilumina la entrada
y le acompaña
a través de una alfombra roja
a la butaca que le corresponde.

David González

PD El acomodador al que se refiere David González se llamaba Vicente y vivía en la plaza de la Soledad en Cimadevilla (Gijón).Su mujer tenía una tiendina debajo de la vivienda que habitaban en la plaza. Yo lo conocía porque me daba unos talonarios de vales descuento para el Cine de arte y ensayo Brisamar. Menudes siestes que me pegaba yo con aquelles pelicules en versión original. Cine de arte y ensueño.


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