martes, 12 de junio de 2012

EL CASO DREYFUS (CARTA A FRANCIA) y (2)

¿Y sabes también adónde vas, Francia? Vas hacia la iglesia, regresas al pasado, a ese pasado de intolerancia y teocracia tan combatido por tus hijos más ilustres, que creyeron acabar con él donando a cambio su inteligencia y su sangre. La táctica actual del antisemitismo es muy simple. En vano el catolicismo procuraba actuar sobre el pueblo, en vano creaba círculos obreros y multiplicaba las peregrinaciones, y fracasaba en su intento por conquistarlo, por conducirlo de nuevo al pie del altar. Era algo definitivo, las iglesias se quedaban vacías, el pueblo había dejado de creer. Y, de súbito, ciertas circunstancias permitieron que se insuflara en el pueblo la rabia antisemita, y lo envenenan con ese fanatismo, lo lanzan a la calle al grito de "¡Abajo los judíos!¡Mueran los judíos!". ¡Qué triunfo si se pudiera desencadenar una guerra religiosa! Por supuesto, el pueblo sigue sin creer; pero volver a la intolerancia de la Edad Media, quemar a los judíos en la plaza pública, ¿no significa ya un atisbo de creencia?  Hallaron por fin el veneno adecuado; y cuando hayan convertido al pueblo de Francia en un fanático y un verdugo, cuando le hayan extirpado del corazón su generosidad, su amor por los derechos del hombre conquistados con tanto esfuerzo, Dios se ocupará de lo demás.
(...)Despierta Francia, piensa en tu gloria. ¿Cómo es posible que tu burguesía liberal y tu pueblo emancipado no vean a qué aberración la arrojan en esta crisis?
No puedo creer que sean cómplices, y, si lo son, los están embaucando, pues no se dan cuenta de lo que se oculta detrás de todo eso: por una parte, la dictadura militar; por otra, la reacción clerical. ¿Eso quieres, Francia, poner en peligro lo que tanto a costado lograr, la tolerancia religiosa, la justicia igual para todos, la solidaridad fraternal de todos los ciudadanos?
(...)Esta historia se escribirá y quien tenga alguna responsabilidad, por leve que sea, deberá pagar.
¡Y así se hará par tu gloria final, Francia, pues en el fondo no tengo miedo; sé que, por más que atenten contra tu razón y tu salud, tú serás siempre nuestro porvenir y siempre tendrás despertares triunfales de verdad y justicía!
Carta a Francia 
6 de Enero de 1898


2 comentarios:

  1. Buena carta. Existieron y supongo existiran, personas "únicas". ¡Menos mal!, ¡así podré seguir viviendo!

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