martes, 29 de mayo de 2012

HEINRICH HIMMLER SE FLAGELA

Entre los hombres desnudos había uno sentado en el banco inferior al que creí reconocer. El sudor resbalaba por su cara de protuberantes pómulos en la que unos ojos miopes, desprovistos de lentes, resplandecían con un brillo blando y blancuzco semejante al de los ojos de un pez. Mantenía las manos apoyadas sobre las rodillas, en actitud de colegial castigado. Entre los antebrazos descollaba, se derramaba más bien, un pequeño vientre hinchado y rosáceo cuyo sobresaliente ombligo destacaba de forma extraña en medio de la piel blanda y rosada, como un delicado capullo de rosa, un ombligo de niño en un vientre de anciano.Cuando Dietl levantó el brazo  y dijo "Heil Hitler" el hombre se puso en pie y lo reconocí, era Himmler. Parecía un sorbete dentro de un horno. En un decir Jesús no quedaría de él mas que un charco de sudor en el suelo.
(...)Tras interpretar su gesto como la señal para la fustigación, los demás hombres que allí había alzaron los flagelos y empezaron a arrearse entre ellos para después, todos a una, azotar los hombros, la espalda y las nalgas de Himmler con una violencia que aumentaba por momentos.
Las ramas de abedul estampaban sobre aquella carne blanduzca la impronta blanca de las hojas, que enseguida se tornaba roja y se desvanecía. Al principio, Himmler intentó protegerse tapándose la cara con los brazos; se reía, pero era una risa forzada que revelaba rabia y miedo. Al fin, Himmler vio la puerta de la sauna abierta detrás de nosotros; extendió los brazos para abrirse paso, corrió hacia ella y, perseguido por el grupo de hombres desnudos, que seguían azotándole con implacable celo, huyó a toda velocidad en dirección al río y se zambulló en el agua.
Kaputt
Curzio Malaparte

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