miércoles, 9 de mayo de 2012

ENTRE LA DICHA Y LA TINIEBLA

COMO QUIEN toca con un dedo
la punta fría del agua,
mareándose de sólo
su transparencia demasiada
me he puesto yo a mirar
el no ser infinito que me aguarda.
Los soldados de plomo
están apenas en su caja
y entre la dicha y la tiniebla
no queda sino el filo de la lámpara.
Qué poco todo, mi amor,
y cómo es corta la esperanza
cuando venimos a verla
ya se nos acaba
y están los hijos corriendo
más allá de la mañana.
(...)
Como quien toca estremeciéndose
la punta fría del agua,
miro la noche tanto
más grande que mi casa,
la noche tanto más enorme
que toda la Vía Láctea,
y abajo mi conciencia
como una vela en una iglesia abandonada.
Qué poco todo, qué poco,
para tanta sombra
-tanta.

Eliseo Diego

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