jueves, 3 de mayo de 2012

CAMPO NUESTRO

ESTE campo fue mar
de sal y espuma.
Hoy oleaje de ovejas,
voz de avena.

No olvides que el azar hinchó sus velas
y a través de otra mar dio en tus riberas.

Sobre tu tersa palma distendida
¡quién pudiese rastrear alguna huella
que revelara el rumbo de su vida!

Tus mismos cardos, campo, se estremecen
al presentir la aurora que mereces.

Por algo ante el apremio de nombrarte
he preferido siempre galoparte.

Ritmo, calma, silencio, lejanía...
hasta volverte, campo, melodía.

Sólo el viento merece acompañarte.

¿No podrá ni mentarse tu presencia
sin que te duela, campo, la modestia?

Eres tan claro y limpio y sin dobleces
que el vuelo de una nube te ensombrece.

Al galoparte, campo, te he sentido
cada vez menos campo y más latido.

Pasan las nubes, pasan...
-¿Quién las arrea?-
tobianas, malacaras,
overas, bayas:
pero toditas llevan,
campo, tu marca

Dime, campo tendido cara al cielo
¿esas nubes son hijas de tu sueño?...

Lo que prefiero campo es tu llaneza.

Chapaleando en el cielo de tus charcos
me rocé con tus ranas y tus astros.

Siempre volvemos, campo, de tus tardes
con un lucero humeante...
entre los labios.

Cuando me acerco, pampa, a tu recuerdo,
te me vas, despacito, para adentro...
al trote corto, campo, al trotecito.

A veces soledad, otras silencio,
pero ante todo, campo: padre-nuestro

Comprendo, campo adusto, que sonrías
cuando sólo te habitan las espigas.

Aunque no sueñen más que en esquilmarte
e ignorarte el sabor de tus raíces,
el rumbo de tus pájaros,
nunca te niegues, pampa, a abrir los brazos.
Has de ser para todos campo santo.

Son tan grandes tus noches, que avergüenzan.

Si los grillos dejasen de apretarle
una sola clavija a tu silencio,
¿alcanzarías, campo, el delirante
y agudo diapasón de las estrellas?

¡Qué buenos confesores son tus sapos!

Vierte, campo, sin tregua, en nuestras venas
la destilada luz de tus estrellas.

Déjanos comulgar con tu llanura...
Danos, campo eucarístico, tu luna.

-¡Qué tierras sin aliento!- balbuceabas-.
Sólo produce muerto...
grandes muertos insomnes y locuaces
que en vez de reposar y ser olvido
desertan de sus tumbas, vociferan,
en cada encrucijada,
en cada piedra.
Los míos, por lo menos, son modestos.
No incomodan a nadie.

Y mil gracias por darnos la certeza
de poder galopar toda una vida
sin hallar otra muerte que la nuestra,

Con sólo descansar sobre tu suelo
ya nos sentimos, campo en pleno cielo.
-"¿Y si en vez de ser campo fuera ausencia?"
-"En mí perduraría tu presencia."

Espera, campo, espera.
No me llames.
¿por qué esa voz tan negra,
campo madre?

-"¿Es tu silencio mar quien me reclama?"
-"Ven a dormir a orillas de mi calma."

Tú que estás en los cielos, campo nuestro.
Ante ti se arrodilla mi silencio.

Oliverio Girondo
Fragmento de Campo Nuestro

PD.De este poema en forma de plegaria a la Pampa argentina, saco algunos de los versos que más me gustaron. Oliverio Girondo. Poesía. Editorial Losada (Buenos Aires)

1 comentario:

  1. es imposible prestarle atencion ... tengo que conseguir el libro

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