domingo, 29 de enero de 2012

EL HAMBRE ES MÁS PODEROSO QUE EL ORO



Florence Owens Thompson, una mujer de treinta y dos años,  acaba de vender las llantas de su coche para alimentar a su familia. Tiene la mirada perdida de quién no espera nada del futuro. La fotografía fue realizada por Dorothea Lange durante la gran depresión de los años treinta del pasado siglo.


El hambre es más poderoso que él oro:

Una madrugada, un barquero y yo atravesamos en su destartalada lancha el Danubio, lleno de bloques de hielo, para ir a una localidad de la isla de enfrente porque había oído que el molinero vendía harina a cambio de oro. Encontré a aquel Shylock pueblerino-un suabo gordo  de cara morada- en el molino, y sin decir palabra le mostré un reloj de oro suizo de mujer, uno de los últimos objetos de valor material que aún poseíamos. El molinero entendía no solo de harina, sino también de oro: abrió la tapa del reloj con un ademán de experto, digno de un joyero, y sacó una lupa del cajón del escritorio para examinar la marca del reloj de oro. Era bueno, de dieciocho quilates. Suspiró y me devolvió el reloj con un movimiento entre ridículo y serio.
-No tengo harina-dijo, abriendo los brazos con impotencia-. Los rusos se llevaron anoche toda la que tenía.
Allí estábamos- el molinero, hambriento de oro,y yo,el escritor hambriento de harina-,  impotentes en medio de la situación mundial.
¡Tierra Tierra!
Sándor Márai

1 comentario:

  1. Pues si, Miner. Tener dinero y no poder remediar tu hambre, el de los tuyos, o el de otras personas...¡Tiene que ser tremenda la sensación de impotencia!. La foto es tan real que yo creo "leer" los pensamientos de la Mujer.
    Hoy, me acuesto triste.

    ResponderEliminar