viernes, 9 de diciembre de 2011

MAURICE RAVEL



REALIDAD
El escritor y poeta griegeo Yorgos Seferis en su libro, Días 1925-1968, describe así a Maurice Ravel (1875-1937):

Es el zorro de los músicos. Su pelo, su nariz, sus manos. Tiene el talento y los gestos de la raposa que atrapa gallinas. No sujeta la batuta como la mayoría de los músicos, lo hace con el dedo meñique levantado, como algunas personas las tazas de té. La aprieta y la mueve a voluntad. Con la mano izquierda señala al músico al que corresponde tocar, como lanzándole un "yo te acuso".

Yorgos Seferis
Días 1925-1968
Alianza 3



FICCIÓN
Jean Echenoz en Ravel recrea la vida de Maurice Ravel entre 1927 y 1937:

A los cincuenta y dos años Ravel se halla en la cima de la gloria, comparte con Stravinsky el papel de músico más apreciado del mundo, se ha visto con frecuencia su retrato en periódicos: su rostro anguloso bien afeitado dibuja con su larga y delgada nariz dos triángulos montados perpendicularmente el uno sobre el otro. Mirada dura, viva, inquietante, orejas despegadas sin lóbulos, tez mate. Es un hombre seco pero distinguido, de punta en blanco las veinticuatro horas del día.
Pero su rasgo principal es su estatura, que le atormenta y hace que su cabeza parezca un poco voluminosa para su cuerpo. Un metro sesenta y uno, cuarenta y cinco Kilos y sesenta y seis centímetros de perímetro torácico. Ravel tiene la contextura de un jockey.

París, noche de octubre, una de la mañana. Delante del Théatre des Cahmps  Élysées, el taxista Jean Delfini, tez muy colorada y gorra pálida, acaba de recoger a un cliente en su taxi Delahaye 109. El cliente sentado detrás, contempla las calles que desfilan, echa una ojeada al taxista separado de él por un cristal y, concentrándose en una idea, deja de examinar el exterior. Cuando en un cruce aparece a toda velocidad otro taxi, éste de marca Renault Celtaquatre y conducido por el taxista Henri Lacep, tez amarillenta y gorra de cuadros.
La colisión lateral es muy violenta, el cristal interior del taxi rompe por efecto del choque y se transforma en doble hoja que procede a cortar al cliente Ravel en dos. No lo consigue del todo, limitándose a hundir tres costilla, lo cual le produce una brutal sensación de pliegue en el pecho, como un bulto al revés, y a romperle tres dientes mientras que las esquirla de cristal se encargan de desgarrarle el rostro, especialmente la nariz, el arco ciliar y la barbilla. 

Desde el accidente Maurice Ravel empeora cada día. Se consulta en París a dos pioneros de la neurocirugía cerebral, uno desaprueba la intervención. El otro declara que tampoco intentaría nada. Pero, claro, es Ravel. Así que es operado por el famoso neurocirujano Clovis Vicent.
Manualmente se accede a la caja craneal. Al no descubrir ningún tumor se practica una punción en el cuerno ventricular para extraer un poco de líquido, apareciendo éste solo si se oprime la zona examinada. Se inyecta varias veces un poco de agua con la esperanza de que se produzca una dilatación: el cerebro se hincha pero se deshincha de inmediato, la atrofia cerebral parece irreversible. Se duerme, muere diez días después. Lo visten con un traje negro, chaleco blanco, cuello duro con las puntas dobladas, pajarita blanca, guantes claros, no deja testamento, ninguna imagen filmada ni la menor grabación sonora.

Jean Echenoz
Ravel 
Anagrama


MAURICE RAVEL - BOLERO DE RAVEL

1 comentario:

  1. No iba seguir leyendo. Llegué al accidente..., ¡jo! a mi que no me gusten nada los "cortes"... Describe con tanta precisión los pasos de la intervención...

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