miércoles, 23 de noviembre de 2011

ATENTADO DE SARAJEVO




Lo normal nunca existe y la historia, como nuestra vida, es una cascada de anomalías, de virajes imprevisto, de contradicciones incompresibles, de tragicómicos errores, cascada que cae sobre nosotros con fuerza invencible, por más que, alejados de los hechos, creamos estar bañándonos en aguas amansadas susceptibles de ser dominadas por la ley y comprendidas por la razón.
Es la anomalía, y no la normalidad, la que reparte el juego. Y nosotros jugamos con esas cartas. 

El día 28 Junio de 1914 la  noria se pone en funcionamiento, a las diez de la mañana, cuando la comitiva real formada por seis coches avanza por la avenida que rodea el río Miljacka. El primero de los conspiradores que tiene a su alcance el vehículo del archiduque es Muhammed Mehmedbasic,  situado enfrente del Banco Austrohúngaro, tiene la granada escondida bajo la chaqueta, lista para ser lanzada sin embargo, cuando está a punto de arrojarla, su ánimo se paraliza.
La comitiva llega al puente Cumurija. Una gran multitud rodea a los vehículos para dar la bienvenida al archiduque y su esposa. Por el cordón policial se cuela el estudiante Nedjelko Cabrinovic, gritando consignas contra la opresión del imperio, arroja una bomba sobre el coche real. Al ver aparecer al intruso, el chófer, en una acción instintiva acelera el coche de modo que el artefacto estalla bajo el siguiente vehículo y hiere gravemente a sus ocupantes el conde Boos-Waldeck y Eric von Merizzi. Una docena de espectadores también son alcanzados por la metralla de la bomba. Cabrinovic hace lo que tenía previsto: tragar su píldora de veneno y lanzarse al río. No obstante es rescatado inmediatamente y detenido.
Al salir del ayuntamiento, más calmado, el archiduque Francisco Fernando, posterga la marcha hacía el hotel Europa para celebrar el banquete oficial, pues quiere visitar a los heridos en el atetando. Sus acompañantes están de acuerdo a excepción se su esposa Sofia, silenciosa y pálida. Para evitar el centro de la ciudad, el general Potiorek organiza un itinerario alternativo, fuertemente protegido por la policía, para llegar al hospital de Sarajevo. Pero incomprensiblemente, quizá por las prisas, olvida informar al chófer del coche real, Franz Urban, del nuevo itinerario.
Urban, el experimentado conductor que con su maniobra a evitado la bomba de Cabrinovic emprende un camino desprotegido para dirigirse al hospital. Al girar por la calle Geber, Franz Urban se extraña por la falta de policías en las aceras e intuye que va por un camino equivocado. Al llegar al cruce con la calle Franjo Josip ya tiene la certeza del error, y tras frenar el vehículo, emprende marcha atrás con el ánimo de proseguir por la ruta más directa hacia el hospital. Un instante antes, Gavrilo Princip, que acaba de salir del cercano Café Mortz Schiller, divisa un coche que se detiene en el cruce de la calle Franjo Josip. Para su sorpresa, a dos metros de él está el coche real, con el archiduque y su mujer sentados en su interior. Instintivamente, acaricia el metal, confirma que su revolver está en el bolsillo. Quería deshacerse de él arrojándolo al río para ir desarmado en caso de resultar sospechoso a algún retén de la policía. Pero aún no había tenido la oportunidad de hacerlo. Gavrilo Princip, mecánicamente, saca su pistola y apunta hacía el vehículo. Es un mal tirador, jamás a hecho prácticas de tiro. Dispara cerrando los ojos. La primera bala impacta en el cuello de Francisco Fernando y la segunda en el abdomen de Sofia. Gavrilo Princip no abre los ojos para comprobar las consecuencias de su acción, espera unos segundo. Luego trata de disparara una tercera vez, en esta ocasión hacía su cabeza, pero la mano de un policía que presiona su muñeca desvía el tiro, con un rápido movimiento de lengua empuja la pastilla de veneno hacia el fondo del paladar, Gavrilo piensa que fallecerá de inmediato, sin embargo, esto no ocurrirá porque su píldora de cianuro, al igual que la que tres horas antes había tragado su camarada Cabrinovic, estaba caducada. Por falta de dinero habían comprado veneno en mal estado sin efecto alguno.
Era un error más en aquel cúmulo de errores con que la fortuna, como un payaso sangriento se había burlado de todos en aquella mañana primaveral de Sarajevo. Mientras Gavrilo Princip saboreaba una muerte que para él aún no había de llegar, expiraba el archiduque Francisco Fernando heredero del Imperio austrohúngaro, y su esposa Sofia von Hohenderg.

VISIÓN DESDE EL FONDO DEL MAR
RAFAEL ARGULLOL


2 comentarios:

  1. Cruel broma del destino.. que se haya salvado de la bomba, que luego se aventure a salir nuevamente, que no le hayan contado al chofer del nuevo itinerario, y que finalmente vaya a parar frente al otro asesino que ya daba por fallida la misión. Demasiada coincidencia para ser tal.
    Me extraña que tan interesante historia no haya sido llevada aún al cine (al menos no que yo sepa), sobre todo teniendo en cuenta que fué el acontecimiento que terminó por desencadenar la primera guerra mundial.

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    1. Así parece que es la historia o por lo menos eso es lo que cuenta Rafael Argullo en el libro.

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