domingo, 16 de octubre de 2011

PAUL CASALS Y LA DIGNIDAD HUMANA

Es un mundo este, de los virtuosos de la música lleno de monstruos de vanidad, de soberbia, de envidias y de humos. En contraste con este panorama, Casals aparece como un hombre simple, inteligente, natural, de una permanente ecuanimidad, de una corrección absoluta, de un gran sentido común, de un respeto a la realidad inconmovible, de un trato muy agradable.

De Mozart, gran artista, nunca olvida comentar que tuvo un temperamento de cortesano. Beethoven tuvo la superioridad de haber sido no sólo un gran artista, sino un hombre de cuerpo entero, un ejemplo de dignidad humana. De este modo, tomando las cosas de forma general, admira más a Beethoven que a Mozart.

Para Casals el problema del mantenimiento de la dignidad humana es básico, esencial. Después de la última gran guerra se negó a tocar con el director alemán, conocido universalmente, Wilhelm Furtwängler, porque este señor, en la época del nazismo, y sin estar obligado a ello, había amenizado con su orquesta el trabajo de las fabricas de municiones. Ante su negativa radical, la célebre firma His Master´s Voice, editora de los discos del maestro e interesada en la rehabilitación de Furtwängler, trabajó de cara a a la reconciliación en terminos muy vehementes y haciendo las presiones que ya todos ustedes pueden suponer. Fütwaengler se trasladó a Suiza, vio a Casals y trató de demostrarle que había salvado a muchos judíos. Se lo sacó de encima. Todo fue inutil. Se negó a colaborar.


 En fin la admiración que el maestro ha provocado ha sido fenomenal. Pero tal vez el admirador que más ha apreciado fue aquel banquero de Viena tan delicado, tan discreto, tan dominado por el trac de la admiración, que se le presentó en la estación, justo en el momento de arrancar el tren, y le alargó, al darle la mano, oculto en la palma, mientras se ruborizaba, un autógrafo de Brahms.

Grandes Tipos
Paul Casals

Wilhelm Furtwängler

En las semanas posteriores a la invasión de Normandía, Hitler temió por la seguridad de Furtwängler, su director predilecto, y ordenó que se construyera un búnker para protegerlo de las bombas, Furtwängler, que se encontraba en un castillo en las afueras de Berlín, le dijo a Hitler que esas precauciones eran innecesarias. De modo que se mandó a los obreros a la casa berlinesa del director para reforzar el sótano con ladrillos y vigas.


Paul Casals fue un gran fumador

El Ruido eterno
Alex Ross


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