martes, 9 de agosto de 2011

DIEGO VELÁZQUEZ


En el otoño de 1988, siendo Ministro de cultura Jorge Semprún, visita España la reina Isabel II de Inglaterra.

...De pronto la reina de Inglaterra murmuró unas palabras casi ininteligibles. Habla para sí misma, desde luego. Su graciosa Majestad parece enfada. No está contenta. Se desplaza ante las Meninas de Velázquez  y parece enfadad. Su graciosa Majestad viste un abrigo de entretiempo de un color rosa pastel. Lleva puesto uno de sus habituales e inimitables sombreros. Aprieta bajo el brazo su bolso, con un gesto de ama de casa camino del mercado. Su Graciosa Majestad tiene de pronto un aire casi huraño mientras se desplaza ante el cuadro de Velázquez. Murmura algunas palabras en voz baja, rápidamente.
En tono enfadado ahora repite su pregunta, pero habla tan deprisa que el director del Prado apenas entiende lo que está diciendo. Le traduzco la pregunta. ¿No ha sido restaurado recientemente  la tela de Velázquez? 
Alfonso Pérez Sánchez,  director del Prado, puede responde directamente a Isabel II. No, no puede decirse que el cuadro haya sido realmente restaurado. Estaba en perfecto estado de conservación. Lo que sucede es que ha sido limpiado, refrescado, devuelto al esplendor de los colores originales, ensombrecidos por el paso del tiempo.
Su Graciosa Majestad mueve la cabeza. No parece del todo satisfecha con la respuesta. Pero en fin, añade ¿se ha tocado la tela, se han aplicado productos, se ha intervenido en la materia?
El directo le confirma que todo eso es indiscutible; la tela ha sido sometida durante meses a un tratamiento regenerador por un grupo de especialistas del prado dirigidos por el señor Brealey, un experto norteamericano del Metropolitan Museum de Nueva York.
La voz de Isabel II se estremece de contenida indignación, de santa cólera "¿Por qué cada vez que se toca a uno de "mis" Gainsborough se deshace en pedazos y en cambio puede tratarse impunemente la tela de vuestros Velázquez?"
Esos "míos" y esos "vuestros" llenan de gozo a Alfonso Pérez Sánchez, gran conocedor de la pintura española en general, y de la del siglo de Oro en particular. Puede explicar a su Graciosa Majestad que "nuestro" Velázquez a diferencia de "su" Gainsborough, preparaba largamente sus telas, sus colores, sus barnices, sus esencias, que conocía perfectamente la química y la alquimia de las materias, que las elegía precisamente para que duraran.
Su Majestad acepta las explicaciones, sin duda. Pero continua murmurando tristemente. Que las obras de "nuestro" Velázquez estén pintadas para la eternidad no le consuela como es comprensible, de la fragilidad de "sus" Gainsborugh.

Federico Sánchez se despide de ustedes
Jorge Semprún   

2 comentarios:

  1. ¡Pero bueno! después de todu esti tiempu, descansando bajo la "lluvia...", bueno.... algun día bajo "el sol....". ¿Entres asi de seriu?. ¡Taba esperándote!. Pasai recao a Mari: ¡A ver cuando actualiza el de ella!

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  2. Esto no ye como empieza...sino como sigue.

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