viernes, 17 de junio de 2011

RAZONES DEL AUSENTE

SI ALGUIEN les pregunta por él,
díganle que quizá no vuelva nunca o que si
regresa
acaso ya nadie reconozca su rostro; díganle también
que no dejó
razones para nadie, que tenía un mensaje secreto,
algo importante que decirles
pero que lo ha olvidado.
Díganle que ahora está cayendo, de otro modo
y en otra parte del mundo, díganle que todavía
no es feliz,
si esto hace feliz a alguno de ellos; díganle también
que se fue con el corazón vacío y seco
y díganle que eso no importa ni siquiera para
la lástima o el perdón
y que ni él mismo sufre eso,
que ya no cree en nada ni en nadie y mucho menos
en él mismo, que tantas cosas que vio
apagaron su mirada y ahora, ciego, necesita del tacto,
díganle
que alguna vez tuvo un leve rescoldo de fe en Dios,
en un día de sol, díganle que hubo palabras
que le hicieron creer en el amor y luego supo
que el amor dura
lo que dura una palabra.
Díganle que como un globo de aire perforado a tiros,
su alma fue cayendo hasta el infierno que lo vive
y que ni siquiera está desesperado  y díganle
que a veces piensa
que esa calma inexorable es su castigo; díganle que
ignora cuál es su pecado y que la culpa
que lo arrastra por el mundo la considera apenas
otro dato del problema
y díganle que en ciertas noches de insomnio
y aun en otras en que cree haberlo soñado,
teme que acaso la culpa sea la única parte
de sí mismo que le queda y díganle que en ciertas
mañanas llenas de luz
y en medio de tardes de piadosa lujuria y también
borracho de vino en noches de lluvia
siente cierta alegría pueril por su inocencia y díganle
que en esas ocasiones dichosas habla a solas.
Díganle que si alguna vez regresa, volverá con dos
cerezas en sus ojos
y una planta de moras sembrada en su estómago
y una serpiente enroscada en su cuello.
Y  tampoco esperará nada de nadie y se ganará la vida
honradamente,
de adivino, leyendo cartas y celebrando
extrañas ceremonias en las que no creerá y díganle que
se llevó consigo algunas supersticiones, tres fetiches,
ciertas complicidades mal entendidas y el recuerdo
de dos o tres rostros
que siempre vuelven a él en la oscuridad
y nada.

Darío Jaramillo Agudelo
Aunque es de noche
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