viernes, 24 de junio de 2011

MEMORIAS DE UNA VIUDA

 También ausente eres mi presente más cálido,
mi más pura nostalgia.
D. Jaramillo

En estas maravillosas y conmovedoras memorias, James Carol Oates  cuenta las historia de su matrimonio Con Raymond Smith que duró cuarenta y siete años y veinticinco días,  en todo ese tiempo estuvieron prácticamente juntos día y noche hasta la mañana del 11 de Febrero de 2008.

Una fría mañana de Febrero del 2008 Carol deja a su marido en el hospital con una neumonia y siete días después Raymond Smith muere. En esos momentos se quiebra esa felicidad  en la que los pequeños-e incluso los colosales- triunfos de una carrera son una burla. Ella es una escritora de éxito y él un reconocido editor. A James Carol le invade el olor de la melancolía, que es el olor real de la memoria.

¡Qué vergüenza me da ser tan débil! Porque este es el gran descubrimiento de mi vida póstuma: no tengo la fuerza suficiente para continuar una vida sin más propósito que superar el día para después superar la noche. No tengo la fuerza suficiente para creer que una vida tan mínima merece el esfuerzo de prolongarla.

La vida de Carol desde la muerte de Ray se convierte en una lucha contra la depresión y el insomnio que trata de superar a base de pastillas. Joyce Carol  es una persona herida  que tiene que fingir ante sus muchos amigos y admiradores que está sana y eso requiere un esfuerzo que no está dispuesta a afrontar. Muchas veces piensa en el suicidio, esa puerta secreta por la que se puede abandonar el mundo en cualquier momento.
Joyce Carol Oates lamenta sinceramente que, con su vida deshaciéndose como un calcetín viejo, no puede ayudarle a tejer la suya. ¡Lo lamenta de corazón!
"Nos empeñamos en mantener vivos a quienes amamos, anhelamos protegerlos, resguardarlos de todo daño. Ser mortal es saber que eso es imposible".

La vanidad de creer que por alguna razón somos dueños de nuestras vidas porque pensamos que la muerte está en otra parte. Pero a la muerte no se la puede engañar y ahora como viuda se siente indefensa, pues él, con tal  de no perturbarla la protegía de todo tipo de cosas que nunca supo y nunca sabrá y que ahora ha perdido.
 "Muchas veces estábamos los dos en casa sin hablarnos ni tener necesidad de hacerlo. Porque ésa es la intimidad más exquisita : no tener necesidad de hablar".

MANUAL PARA VIUDAS
De los innumerables deberes mortuorios  que tiene la viuda, sólo hay uno realmente importante: en el primer aniversario de la muerte de su marido, la de pensar: "Me he mantenido viva".
Joyce Carol Oates

3 comentarios:

  1. Pues si. "Sin hablar".....¡cúanta conversación.... y cuánto entendimiento puede haber!

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  2. Yo si estoy en casa sin hablar, es que me atragante con el hueso de una aceituna.
    Últimamente las aceitunas las como sin hueso, o mejor, rellenas de anchoa.

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  3. Yo comparto la idea de Carol. Los silencios entre dos personas que comparten tiempo, espacio y cariño pueden ser signos de un gran entendimiento.

    Claro que...hay personas y personas!! Yo no me imagino a Miner calladito durante mucho tiempo, la verdad.Y si está callado...como los niños...¡¡algo hay que temer!!

    Abrazos

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