jueves, 18 de octubre de 2012

EL CAZADOR DE INSTANTES (RAFAEL ARGULLOL)

El cazador de instantes es uno de esos libros que combinan ideas e imágenes. Si Rafael Argullol se hubiera dedicado a cazar fortunas con la misma habilidad que se dedicó a la caza de  instantes, probablemente hoy, sería millonario. Pero  entonces los lectores nos hubiéramos quedado sin los que componen este libro.
Primera edición  Editorial Destino en 1996.
Hay una nueva edición  en El Acantilado del año 2007.

Disfrutemos con una pequeña muestra de los más de 360 instantes cazados por Rafael Argullol:


El mundo tiene fronteras las que tu te pongas. (fronteras)
No verás la comitiva ni escucharás el sermón ni los lamentos, si los hay. En este día eres el invitado de honor y ya no necesitas ni ver ni escuchar. (La comitiva)
Hay que tratar sin contemplaciones a los envidiosos. E incluso con el refinado placer de aumentar los motivos de su envidia.  (Sin contemplaciones)
No hay pasados ni futuros sino una rueda de presentes que gira continuamente alrededor de un eje cuya naturaleza no podemos adivinar. Para defendernos de esta ignorancia hemos forjado la gran ilusión de que la rueda se desliza por un camino que procede del pasado y conduce al futuro. (La rueda)
No podemos prescindir de la inmortalidad. Es la mejor droga contra el cansancio. (la inmortalidad)
El pensamiento puede permitirse un amplio abanico de posibilidades. El sentimiento sólo puede ser un príncipe o un esclavo. (Dilema)
Si tuviéramos que arrepentirnos de nuestros errores pasados ya no nos quedaría tiempo para cometer el resto de errores que el destino ha previsto antes de regalarnos algún acierto. (El regalo)
Las estaciones del espíritu no coinciden, si no es casualmente, con las estaciones de la naturaleza pues, a diferencia de éstas, que están sujetas a un orden cíclico en aquellas rige el caos más absoluto: nadie puede prever cuándo harán su aparición las lluvias otoñales, los rigores del invierno, los frutos primaverales o el bochorno veraniego. Ningún meteorólogo del espíritu es capaz de predecir los climas del alma.(Las estaciones)
Ninguna obra de arte es comparable a la voz amiga que ha acudido a tiempo para impedir que el cerco del desasosiego se cerrara a tu alrededor. En circunstancias extremas sólo el arte de la amistad produce obras maestras. (El arte de la amistad)
El más allá está aquí, rodeándonos y negándonos mientras nos invita a poseerlo. (El más allá)
Hablamos mucho pero decimos poco, miramos mucho pero vemos poco: lo superfluo rodea el reino de lo autentico como la espuma de las olas roda la boca del remolino. Y sentimos pavor de ser engullidos. (El remolino)
Ya que no puedes anular el maldito ego, ten, al menos, una relación elegante con él. (Ego)
Un acto de valentía es derribar el templo que has erigido para adorarte. (El derribo del templo)
Desde hace años, en algún momento del día, oigo el ruido de unos pasos que se acercan lenta, majestuosamente. Durante un tiempo pensé que correspondían  al embajador de la muerte. Luego, sin embargo, llegué al convencimiento de que ésta era una idea absurda pues la muerte no manda embajador sino que irrumpe, sin protocolo, como un viajero cualquiera. ¿A quién corresponden entonces? No lo sabré hasta que finalmente se detengan delante de mi puerta. (Los pasos).
Quiero entrar en esta casa sin puertas ni ventanas en la que estoy recluido. Necesito rescatarme. (Rescate)
Pensar es hacer acrobacia, números de magia, funambulismo, doma de fieras,  payasadas. Todo lo que se hace en un buen circo. Pero sin público. (Circo)
Un buen signo de vitalidad espiritual es tener una cita con Dios y olvidarse de acudir por estar ocupado en asuntos más importantes. (Vitalidad espiritual)
Si uno construye en un momento determinado de su vida su torre de marfil, lo mejor que puede hacer, a continuación, es dinamitarla. Es fácil caer en la ilusión de ponerse a salvo en el interior de la torre. Pero a tales alturas la atmósfera es fría y sus habitantes corren el riesgo de que su espíritu quede pronto congelado. Es preferible el calor de la tierra, aunque  a veces queme. O, más precisamente: porque a veces quema. (la torre de marfil)
Las ideas y las sensaciones son de la misma naturaleza aunque se manifiesten de modo tan diverso. Así las ideas no son sino sensaciones destiladas y enfriadas en el alambique de la razón, mientras que las sensaciones no son sino ideas que arden antes de poder ser atrapadas por el pensamiento. (doble máscara)
Nacidos y crecido en la absoluta soledad no tendríamos conciencia alguna del tiempo: porque el tiempo son los demás.  (Los demás)
El error de medir la vida por el rasero del éxito es que quien se crea la ilusión de habitar en el cielo de los indiscutibles pronto comprobará que su estado natural se halla ente el purgatorio de los discutidos y en el infierno de los fracasados. (Éxito)

1 comentario:

  1. La vida son instantes...que se van sucediendo continuamente, camino de la muerte. El presente enseguida se convierte en pasado. No se si son los instantes únicos e irrepetibles. ¿Y el eterno retorno?. Hay que intentar disfrutarlos, eso si, incluso profundamente, pero sin darles excesiva importancia tampoco.

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